Divina Misericordia: El drama es cuando ya no nos avergonzamos de nada, dijo el Papa

  • 8 de abril, 2018
  • Ciudad del Vaticano
El papa Francisco celebró el domingo 8 de abril, II de Pascua, Domingo de la Divina Misericordia, una misa en la Plaza de San Pedro, con la participación de miles de fieles y en ocasión del encuentro en Roma con 550 misioneros de la Misericordia, figuras creadas en el marco del Jubileo Extraordinario celebrado hace dos años. En su homilía el pontífice clamó: "No tengamos miedo de sentir vergüenza: ¡el drama es cuando ya no nos avergonzamos de nada! ¡Pasamos de la vergüenza al perdón!".
El papa Francisco celebró el domingo 8 de abril, II de Pascua, Domingo de la Divina Misericordia, una misa en la Plaza de San Pedro, con la participación de miles de fieles y en ocasión del encuentro en Roma con 550 misioneros de la Misericordia, figuras creadas en el marco del Jubileo Extraordinario celebrado hace dos años. En su homilía el pontífice clamó: "No tengamos miedo de sentir vergüenza: ¡el drama es cuando ya no nos avergonzamos de nada! ¡Pasamos de la vergüenza al perdón!". Francisco exhortó a los fieles a no "atrincherarse detrás de puertas cerradas". Efectivamente, "entrando hoy, a través de sus heridas, en el misterio de Dios, comprendemos que la misericordia no es una de sus cualidades entre tantas, sino la palpitación de su mismo corazón. Y entonces, ya no vivamos como discípulos inciertos, devotos pero titubeantes; ¡convirtámonos también nosotros en verdaderos enamorados del Señor!". "Que el Señor nos dé la gracia de comprender la vergüenza de verla no como una puerta cerrada, sino como el primer paso hacia el encuentro", invocó el pontífice durante la homilía. "Cuando sintamos vergüenza, debemos estar agradecidos, quiere decir que no aceptamos el mal, y esto es bueno". La vergüenza es "una invitación secreta del alma que necesita al Señor para derrotar el mal; el drama es cuando ya no nos avergonzamos de nada". Y "después de la vergüenza y la resignación, hay otra puerta cerrada, a veces blindada: nuestro pecado". Pero esta puerta solamente está cerrada por un lado, el nuestro"; del lado de Dios nunca está cerrada la puerta: "Él, como enseña el Evangelio, ama entrar precisamente "a puertas cerradas" y cuando todo umbral parece tapiado, "allí Dios obra maravillas". Dios nunca "decide separarse de nosotros, somos nosotros los que lo dejamos afuera", dijo Francisco. Pero, cuando nos confesamos, sucede lo inaudito: "descubrimos que precisamente ese pecado que nos tenía lejos del Señor se convierte en lugar de encuentro con Él". Allí, "el Dios herido de amor viene al encuentro de nuestras heridas. Y hace nuestras miserables heridas semejantes a sus gloriosas heridas porque Él es misericordia y obra maravillas en nuestras miserias". La fiesta de la Divina Misericordia se celebra el primer domingo después de Pascua y fue instituida oficialmente por san Juan Pablo II durante la canonización de Santa Faustina Kowalska, el 30 de abril de 2000, la religiosa polaca del siglo XX Es una fiesta para manifestar en el mundo su inmensa compasión por los hombres: "Deseo que la fiesta de la Misericordia sea un recurso y un refugio para todas las almas y sobre todo para los pobres pecadores. En este día, las puertas de mi misericordia están abiertas, yo les daré un océano de gracias a las almas que se aproximarán a la fuente de mi misericordia" le dijo Jesús a santa Faustina.+ » Texto completo de la homilía del papa Francisco