Obispos asiáticos: Pongamos fin al flagelo de la guerra y luchemos contra la enfermedad

  • 28 de abril, 2020
  • Yangon (Myanmar) (AICA)
Mensaje del el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon (Myanmar) y presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (FABC).

“Pongamos fin al flagelo de la guerra y luchemos contra la enfermedad que está devastando el mundo, comenzando inmediatamente con el cese de los combates en todos los lugares: eso es lo que todos los miembros de la familia humana necesitamos, hoy más que nunca”, escribe el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon (Myanmar) y presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (FABC).

Haciéndose eco del llamamiento del Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, y del Santo Padre Francisco, de un alto el fuego global ante la amenaza sin precedentes de la pandemia de coronavirus, el mensaje de los obispos asiáticos subraya que “si no se deja de combatir en todo el mundo, el sufrimiento de muchos se prolongará y la curación se retrasará indefinidamente”.

“Todo el planeta está en crisis. Las consecuencias de la pandemia son catastróficas para la salud pública y la vida social y económica. Si realmente queremos que Myanmar emerja como un pueblo unido, pacífico y próspero, ahora es el momento de tomar una decisión rápida, para una acción sabia, coherente y orientada hacia el futuro. No es el momento de intensificar el conflicto, sino de poner fin a la enfermedad de la guerra que está devastando nuestro mundo”, escribe el cardenal Bo.

El mensaje retoma las palabras pronunciadas por el papa Francisco quien, visitando Myanmar en 2017, recordó que “los conflictos no se resuelven mediante la guerra y el antagonismo, y las diferencias deben superarse mediante el diálogo y una búsqueda constructiva de la paz”.

Refiriéndose a Myanmar, el arzobispo de Yangon afirma que “los líderes de grupos étnicos y nacionales de Myanmar pueden elegir un camino que busque confianza y cooperación para el bien de todos y, por lo tanto, que una a la nación”, pero señala que “las continuas e incluso intensificadas operaciones militares, desde cualquier lugar, contradicen todas las iniciativas. Los civiles están en peligro, también debido a los bombardeos supuestamente dirigidos a objetivos militares. La economía está sometida a graves tensiones y se teme el contagio en los campos de refugiados algo que amenazaría seriamente a las poblaciones circundantes”.

“Si realmente queremos que Birmania se convierta en un pueblo unido, pacífico y próspero, debemos dar prioridad ahora mismo a decisiones respetuosas, enérgicas y eficaces. Debemos actuar con sabiduría y coherencia, mirando hacia el futuro y dejando de lado los conflictos”, dice de nuevo el cardenal Bo, y concluye ofreciendo la mediación de la Iglesia para fomentar el diálogo entre las partes en conflicto.

Según el cardenal, las continuas operaciones militares en medio de la crisis del coronavirus “tendrán consecuencias catastróficas” para el país. De hecho, el conflicto lo hace “particularmente vulnerable”: expone innecesariamente a los militares al contagio y pone en peligro a los civiles. De ahí el apremiante llamamiento a los dirigentes nacionales y locales, que -afirma- en este momento crucial están llamados a “elegir entre el camino de la verdad y la cooperación por el bien de todos y el del conflicto, que sólo acarreará consecuencias aún más dramáticas para todos aquellos que ya se encuentran en grandes dificultades”.

“La furia del virus ilustra la locura de la guerra”, confirma el cardenal, citando a António Guterres y accediendo a lanzar un llamamiento para “detener los conflictos armados y centrarse en la verdadera lucha por nuestras vidas”. El mensaje recuerda y elogia a las naciones que, en varias partes del mundo, han respondido positivamente a este llamado, como en Camerún, Filipinas, Yemen y Siria, e insta a todos los grupos armados a abandonar sus armas y armarse con la sinceridad y la verdad”, tomando “el camino más difícil para superar las diferencias cara a cara con coraje e inteligencia”.

Las reuniones de la organización “Religions for Peace”, en la que participa el cardenal - concluye el texto - “han demostrado que un diálogo coordinado entre todas las partes es posible y fructífero”. El texto termina ofreciendo la disponibilidad “para alentar y mediar en un camino nuevo y oportuno de diálogo entre las diferentes partes en conflicto, en todo el mundo”.+