Mons. Urbanc: "Ser pacientes en las dificultades, alegres y esperanzados en la tribulación"

  • 26 de abril, 2020
  • San Fernando del Valle de Catamarca (AICA)
"Ayer hemos celebrado, como Iglesia que peregrina en la Argentina, la memoria obligatoria de la 'Bienaventurada Virgen María del Valle', y hoy culminamos los homenajes"

En la mañana del domingo 26 de abril el obispo de Catamarca, monseñor Luis Urbanc, presidió la misa solemne por el 129° aniversario de la Coronación Pontificia de la imagen de Nuestra Señora del Valle, en el marco del Año Jubilar Diocesano y Año Mariano Nacional por los cuatro siglos de su presencia en Catamarca.

La celebración fue concelebrada por sacerdotes del clero diocesano, entre ellos el vicario general de la diócesis, presbítero Julio Quiroga del Pino; y el rector de la catedral, basílica y santuario, presbítero José Antonio Díaz, y el padre franciscano Pablo Reartes. Los fieles y peregrinos se unieron a la Eucaristía a través de los medios digitales y de comunicación.

“Ayer hemos celebrado, como Iglesia que peregrina en la Argentina, la memoria obligatoria de la ‘Bienaventurada Virgen María del Valle’, y hoy culminamos los homenajes que le hicimos a lo largo de este septenario, para conmemorar los 129 años de la coronación pontificia de su sagrada imagen”, comenzó diciendo en su homilía monseñor Urbanc.

Luego citó las dos primeras estrofas de la oración del Año Mariano Nacional: “María, Madre del Pueblo, esperanza nuestra, hermosa Virgen del Valle, ayúdanos a renovar nuestra fe y nuestra alegría cristiana. Tú que albergaste al Hijo de Dios hecho carne, enséñanos a hacer vida el Evangelio, para transformar la historia de nuestra Patria”.
 


“Para poder renovar la fe y la alegría cristiana, es necesario reconocer y aceptar la verdad de los hechos sobre los que se basan la fe, la esperanza y la caridad; y es, justamente, lo que san Pedro dice con voz potente a sus interlocutores el día en el que recibieron la efusión del Espíritu Santo: ‘Judíos y vecinos de Jerusalén, entérense bien y escuchen atentamente mis palabras: A Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante ustedes con milagros, prodigios y signos que Dios realizó por medio de Él, como muy bien lo saben, ustedes lo mataron, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no era posible que ésta lo retuviera bajo su dominio...’”

Más adelante, el prelado resaltó como el Evangelio de san Lucas, el de los discípulos de Emaús, “se volvió paradigmático en la vida de la Iglesia con su celebración central, la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida cristiana”. “Esto que los discípulos de Emaús le cuentan a Jesús, coincide con lo que Pedro y Pablo predican como kerigma, o sea, el primer anuncio de la salvación”, explicó monseñor Urbanc, y se detuvo en algo “llamativo”: “Mientras Pedro y Pablo hacen de este kerigma un anuncio gozoso de salvación, los discípulos de Emaús lo dicen apesadumbrados, sin entusiasmo, como no pocas veces lo hacemos nosotros, de allí que no somos creíbles".

En este sentido, el obispo invitó a hacerse una serie de preguntas: “¿En qué consiste nuestra fe? ¿Con qué criterios y certezas nos conducimos en el día a día? ¿Qué lugar ocupa la resurrección de Cristo y por ende la nuestra? A la hora de hacer nuestra escala de valores y nuestras opciones de vida, ¿la Eucaristía es realmente el ámbito en el que nos encontramos verdaderamente con Jesucristo Resucitado y con los hermanos con los que compartimos la misma fe? ¿Cultivamos la misma esperanza y alimentamos el mismo amor? ¿El encuentro con Jesús nos moviliza para ir al encuentro de los hermanos más necesitados y socorrerlos?”.

En la petición final elevada a la Santísima Virgen, el prelado catamarqueño le agradeció “por habernos acompañado a lo largo de estos 400 años, con el único fin de llevarnos a tu Hijo Jesús, el redentor y restaurador del género humano…” y le pidió: “Concédenos la gracia de ser pacientes en medio de las dificultades, alegres y esperanzados en las horas de tribulación y oscuridad, agradecidos en los triunfos y en la superación de los problemas, y perseverantes en la oración y en las tareas diarias. Gracias Madre, porque nos tiendes tus brazos y nos acoges con tu tierna mirada. ¡Virgen bendita del Valle, ruega por nosotros!”.

Antes de la bendición final, se rezó la Oración del Año Mariano Nacional, y luego se honró a la Madre Morena con el canto. Monseñor Urbanc agradeció a quienes colaboraron para la realización de las celebraciones y la transmisión para llevar a cada hogar esta fiesta que culminará esta tarde con la Solemne Procesión, que tendrá lugar a las 18. La transmisión podrá seguirse por el canal de YouTube a la Virgen del Valle.+

» Texto completo de la homilía