Como cada semana, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, compartió sus "tres puntitos" para la reflexión del Evangelio dominical. En esta ocasión, y en el marco del pasaje evangélico que narra el Bautismo de Jesús, la meditación que el prelado propuso se centró en el Bautismo.
El obispo de Mar del Plata,
monseñor Gabriel Mestre, compartió una vez más los "tres puntitos" para la reflexión del Evangelio. En esta oportunidad, la meditación que el prelado propuso se centró en el Bautismo.
Finalizado el tiempo de Navidad, el domingo 7 de enero celebramos el Bautismo del Señor. "Continuando con este tiempo de manifestación, de revelación de Dios al mundo, hoy en la teofanía del Jordán, la voz del Padre nos da conocer a su Hijo muy querido", expresó monseñor Mestre.
En el acto del Bautismo, consideró el prelado, se expresa nuevamente "la solidaridad de Dios con la humanidad", demostrada ya en la Navidad. Se trata de "un rito de purificación exterior al que Jesús se somete sin tener necesidad de hacerlo porque en Él no hay pecado".
"En este caso no son las aguas las que purifican a Jesús, sino que es Jesús quien santifica las aguas para dar lugar a la vida nueva de los hijos de Dios", explicó el obispo marplatense. Y en palabras de San Máximo de Turín expone: "Cristo se hace bautizar, no para santificarse con el agua, sino para santificar el agua y para purificar aquella corriente con su propia purificación y mediante el contacto de su cuerpo. Pues la consagración de Cristo es la consagración completa del agua".
"Celebrar el Bautismo de Cristo es tener memoria agradecida de nuestro propio bautismo: liberación del pecado y presencia poderosa de Dios en nuestros corazones que nos hace sacerdotes, profetas y reyes como dice la oración de unción con el Santo Crisma en la celebración del Sacramento del Bautismo". En ese sentido, monseñor Mestre propone tres puntos, sintetizados en tres palabras: Sacerdotes, profetas y reyes.
"Por el Bautismo somos sacerdotes", dijo monseñor Mestre, explicando que "por el Bautismo todos participamos del sacerdocio común de los fieles, que no es el sacerdocio ministerial que se otorga por otro sacramento", sino que "nos consagra y nos da la capacidad de ofrecer todo lo que vivimos al Padre eterno".
"La forma más concreta de ser sacerdotes es intercediendo ante Dios, es decir presentando al Altísimo todo lo que toca nuestra vida: la bueno y lo malo, lo personal y lo comunitario, lo propio y lo ajeno, lo que tiene que ver con la Iglesia y lo que es del mundo, lo que acontece en mi entorno y lo que ocurre en el otro extremo del planeta", detalló.
En segundo lugar, "por el Bautismo somos profetas", aseguró monseñor Mestre, y lo sintentizó como "hablar en nombre de otro" que, en nuestro caso, es "hablar en nombre de Dios, del único Profeta con mayúsculas. Anunciar su Palabra, su presencia en nuestro mundo y nuestra historia. Dar a conocer a toda la humanidad su amor y su misericordia".
"Esto implica no predicarnos a nosotros mismos sino la Palabra de Dios que nos supera y nos trasciende. En medio de las coyunturas de la vida cotidiana ser profeta implica predicar la verdad, la esperanza, la paz, la misericordia, la justicia y todos los valores que nos vienen de Dios", agregó.
Finalmente, el tercer punto de la reflexión sostiene que "por el Bautismo somos reyes", es decir que somos capaces de "conducir, gobernar, reinar", y tomando la imagen del pastor y servidor se podría agregar "la capacidad de pastorear sirviendo".
"El Bautismo nos da la capacidad real, regia de conducirnos y conducir a los demás según los valores del Reino de Dios. Aquello que anunciamos proféticamente debe encarnarse en la vida sabiendo y buscando conducirnos y conducir según el mensaje del Evangelio. Como padres y madres, hermanos y amigos, tíos y abuelos, docentes y responsables de la pastoral somos ?reyes?, es decir buscamos conducir, gobernar, guiar, reinar, pastorear, servir de tal manera que aquellos que acompañamos puedan llegar a la vida nueva de los hijos de Dios", concluyó.+
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