Mons. Mestre: El diálogo de la salvación
- 18 de marzo, 2020
- Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
"Sed", "agua" y "diálogo", son las tres palabras que guiaron al prelado para orientar a la comunidad marplatense.
En su homilía para el tercer domingo de Cuaresma, monseñor Gabriel Mestre, obispo de Mar del Plata, reflexionó con sus habituales tres puntitos sobre el relato evangélico de Jesús con la samaritana. “Sed”, “agua” y “diálogo”, son las tres palabras que guiaron al prelado para orientar a la comunidad marplatense.
La realidad humana de “experimentar sed”
En el primer punto, monseñor Mestre comenzó tomando a la sed como algo “presente en la realidad humana”: “Todos nosotros experimentamos la realidad de tener sed. La deshidratación es un riesgo grave y sabemos que sin agua el ser humano no puede vivir mucho tiempo”. Pero se preguntó por los distintos tipos de sed que podemos experimentar en nuestra vida y propuso “interrogarnos sobre la sed más profunda de nuestro corazón y pensar en los ‘pozos de Jacob’ actuales donde buscamos saciarnos”. Por ejemplo, mencionó los pozos del poder, de la superficialidad, del consumismo, de la mediocridad, del individualismo, de la vanidad, que “nunca sacian el corazón”.
Jesús se revela como agua de Vida
“El agua cotidiana sacia momentáneamente nuestra sed. Luego de un tiempo hay que volver a tomar para ser saciados”, explicó el obispo de Mar del Plata, pero indicó que no ocurre esto con Jesús, porque “Él es el agua de Vida que sacia totalmente el corazón del hombre hasta tal punto que nunca más volverá a tener sed”. Él, además, “purifica nuestra experiencia de sed marcada por el mal y el pecado con la fuerza de un manantial que brota hasta la Vida Eterna”. Por lo cual, es un agua “apetecible y a la medida de los anhelos más profundos del corazón del ser humano”.
Dejarse llevar por Jesús en el diálogo de la salvación
Finalmente, monseñor Mestre recomendó tener un “diálogo profundo” con Jesús, “de forma paciente pero constante, progresiva pero sostenida por la pedagogía del Señor que hace convertir el corazón”. Así como la samaritana “se dejó llevar por Jesús en el diálogo de la salvación”, y pasó de “una adoración terrena y atada a cuestiones secundarias, a una adoración del Dios de la Vida en espíritu y verdad”, también nosotros debemos adoptar este diálogo como modelo.+