El obispo de Orán, monseñor Gustavo Zanchetta, presidió el pasado 29 de octubre la misa por el jubileo de los agentes pastorales, en el marco de la peregrinación a la localidad salteña de Pichanal, donde anunció que se cerró la fase diocesana en el proceso de beatificación y canonización de los siervos de Dios, presbítero Pedro Ortiz de Zárate y padre Juan Antonio Solinas SJ, quienes en el siglo XVII fueron asesinados junto a otros misioneros, criollos y aborígenes. Allí invitó a la comunidad oranense a ser "simples servidores" y animó a renovar el compromiso de "tomar la posta que sellaron con su propia sangre nuestros queridos misioneros y Siervos de Dios en este Valle del Zenta".
El obispo de Orán, monseñor Gustavo Zanchetta, presidió el pasado 29 de octubre la misa por el jubileo de los agentes pastorales, en el marco de la peregrinación a la localidad salteña de Pichanal, donde anunció que se cerró la fase diocesana en el proceso de beatificación y canonización de los siervos de Dios, presbítero Pedro Ortiz de Zárate y padre Juan Antonio Solinas SJ, quienes en el siglo XVII fueron asesinados junto a otros misioneros, criollos y aborígenes.
El prelado destacó que se quiso celebrar en este lugar el jubileo de los agentes pastorales, en el marco del Año de la Misericordia, para evocar "a los evangelizadores más insignes de estas tierras, cuya sangre derramada por amor a Cristo y a su Iglesia fecunda y da vida a toda nuestra comunidad diocesana".
"Quiero con ustedes dar gracias a Dios, nuestro Señor, por habernos llamado a servir a nuestros hermanos, cada uno desde su lugar y a partir de los dones que ha recibido. Pero todos unidos en un mismo sentir: somos la Iglesia de Cristo que peregrina en el norte de la patria profunda; en los cerros, en las yungas, en el Chaco salteño, y en este maravilloso Valle del Zenta que alberga en su memoria el paso abnegado, valiente, humilde y misericordioso del presbítero Pedro Ortiz de Zárate, del jesuita Juan Antonio Solinas, y de sus dieciocho compañeros laicos que dejaron su vida aquí, decididos y felices por sentirse enviados de Jesús", sostuvo.
El prelado aseguró que "evocar el testimonio de aquellos auténticos misioneros, en la misma tierra que regaron con su sangre, significa que hagamos presente a Jesús hoy y aquí", por lo que advirtió que "donde Él está no puede morir un solo niño más por desnutrición, no pueden permanecer esclavos de la droga ninguno de nuestros jóvenes, no pueden ser objeto de violencia ni una más de nuestras mujeres, no pueden quedar descartados en el olvido ninguno de nuestros mayores, no pueden ser ignorados nuestros pueblos originarios, y menos explotados o mantenidos cautivos para campañas políticas espurias y egoístas".
"Tampoco puede ser mancillado nuestro patrimonio natural y por eso evangelicemos también enseñando el cuidado de la casa común, de cuyos recursos depende la subsistencia de una vida digna para todos, pero especialmente para los más débiles y sufrientes", agregó.
Monseñor exhortó a la comunidad oranense a "continuar la obra evangelizadora comenzada por aquellos misioneros a quienes veneramos con respeto y admiración, y a quienes ciertamente invocamos confiados porque los sentimos como lo que son: Siervos de Dios".
Asimismo, declaró "solemnemente finalizada" la fase diocesana del proceso de beatificación y canonización de los considerados Mártires de Zenta, quienes dejaron "la vida en esta tierra que habitamos, y cuya fama de santidad me consta y doy fe se extiende en todas las latitudes con fervor y devoción".
"Hagamos vida, hermanos, la insistente llamada del papa Francisco para estos tiempos de la Iglesia en el tercer milenio cristiano: ?Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos. Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza, la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y de vida", afirmó citando la exhortación apostólica Evangelii gaudium.
Por último, monseñor Zanchetta insistió en invitar a celebrar este Jubileo de la Misericordia "siendo simples servidores" y animó a renovar el compromiso de "tomar la posta que sellaron con su propia sangre nuestros queridos misioneros y Siervos de Dios en este Valle del Zenta".+
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