Mons. Collazuol: "La Cuaresma conduce a la paz interior"

  • 4 de marzo, 2020
  • Concordia (Entre Ríos) (AICA)
El obispo de Concordia, monseñor Luis Armando Collazuol, envió a los fieles una carta pastoral con motivo del tiempo de Cuaresma

Con motivo del tiempo de Cuaresma, el obispo de Concordia, monseñor Luis Armando Collazuol, envió a los fieles una carta pastoral titulada “Las prácticas cuaresmales”.

En su mensaje, se refirió a la “cuarentena” de días para llegar a celebrar una Pascua santa, y la comparó con las cuarentenas que hoy en día hay “por todas partes” por temor al virus que se expande, que provocan “angustia y alerta”.

Nosotros, en cambio, señaló el prelado, “iniciamos una ‘cuarentena’ libre, personal, comunitaria. Y, curiosamente, es para ‘contagiarnos’, contagiarnos vida, la Vida que brota de la Pascua de Jesús que nos disponemos a celebrar”.

Si en algunos momentos nos aislamos, advirtió, “es retirarnos del ruido para escuchar una voz, la del Señor. La Cuaresma conduce a la paz interior”.

En ese sentido, monseñor Collazuol propuso meditar sobre las prácticas a las que la Iglesia nos invita en este tiempo de Cuaresma, “para que por ellas encontremos una inyección de vida”.

La limosna. Vivir la Cuaresma en espíritu de misericordia.
“Jesús y la Iglesia nos invitan a compartir con los hermanos, y una de las prácticas de este tiempo es la limosna, símbolo de toda obra de misericordia corporal y espiritual por amor al prójimo que sufre”.

“Hay formas obligadas de dar. Hoy se aumentan los impuestos y se nos dice que eso es solidaridad. Por medio de ellos damos de lo nuestro al Estado para que, nos dicen, el Estado lo distribuya solidariamente en planes sociales. Pero… nadie quiere que le saquen más de su bolsillo para este tipo de limosna social forzada”, reconoció.

“Cuaresma nos enseña a compartir con espíritu de misericordia, no forzadamente sino con alegría, dando tiempo y bienes, y dándonos a los hermanos, como Jesús, que dio todo hasta darse a sí mismo en la Cruz”.

El ayuno. Vivir la Cuaresma en espíritu penitencial.
“Unas prácticas cuaresmales tradicionales son las del ayuno, la abstinencia de carnes, y los pequeños o grandes sacrificios personales ofrecidos al Señor”, explicó el obispo.

“Muchos se imponen ayunos rigurosos por la estética del cuerpo, otros lo hacen por necesidad de salud. Son las dietas de todo tipo”, señaló.

“Y… ¿Qué decir del ayuno forzado del pobre que padece hambre?”, planteó. “Hay quienes hacen abstinencia absoluta de carnes, y no son los ermitaños del desierto. Son los veganos, por principios ideológicos”, indicó.

“Todos sufrimos dolores y adversidad. Son pruebas en la vida, pero muchos no las saben resignar (dar una significación nueva) y las aguantan con rebeldía porque no queda otra: ‘¿Por qué esto a mí?’”.

“Nos imponemos en Cuaresma obras penitenciales, ayuno y abstinencia, y ofrecemos con fe y amor nuestros dolores y pruebas de la vida con un sentido nuevo, como una ofrenda nuestra que unimos al sacrificio de Jesús entregado por nuestra salvación, para ir completando en nosotros su pasión por la redención de todos”, detalló.

En ese sentido, destacó: “El ayuno del cristiano va unido a la limosna, a las obras de misericordia. Desde antiguo los santos nos exhortan a que las privaciones del ayuno y de la abstinencia de los fieles sean alimento de los pobres, y lo que cada cual sustrae de su alimentación, aproveche al necesitado”, relató.

“Nos decía San León Magno (+461) en consonancia con los Santos Maestros de la Iglesia de los primeros tiempos, pero con un mensaje que es para todos los tiempos: ‘Sustraigamos algo de la abundancia de los bienes terrenos, de modo que aproveche a las limosnas lo que no se pone sobre la mesa. Porque la medicina del ayuno ayuda a sanar el alma si la abstinencia del que ayuna quita el hambre del necesitado’”.