El obispo de Formosa, monseñor José Vicente Conejero Gallego, recordó que a mediados de mayo se celebra la solemnidad de Pentecostés, en la que el Espíritu Santo se hace presente, y se refirió a tres de sus acciones: iluminar, fortalecer y unificar, al considerar que ellas "ayudarán a responder, de algún modo, a los muchos y graves desafíos a los que hoy debemos enfrentarnos". "Unificar vidas y voluntades tan dispares entre sí, es misión y tarea sólo para Quien nada es imposible", sostuvo.
El obispo de Formosa, monseñor José Vicente Conejero Gallego, recordó que a mediados de mayo se celebra la solemnidad de Pentecostés, en la que el Espíritu Santo se hace presente, y se refirió a tres de sus acciones: iluminar, fortalecer y unificar, al considerar que ellas "ayudarán a responder, de algún modo, a los muchos y graves desafíos a los que hoy debemos enfrentarnos".
Tras detallar que "en primer lugar, el Espíritu Santo, amor que procede del Padre y del Hijo y que se derrama en nuestros corazones, es luz esplendorosa que ilumina las tinieblas del error, de las mentiras y de los engaños", pidió que su luz diáfana y pacificadora ilumine "tanta zozobra y perturbación que experimentamos a causa la manipulación y de la corrupción".
En su editorial en el periódico diocesano Peregrinamos, el prelado formoseño destacó que "una vez iluminadas nuestras mentes, necesitamos fortalecer la voluntad. Es por esto, que pedimos al Espíritu de Dios que nos afirme y afiance en el bien y en la verdad, sin aflojar, tanto en nuestro pensar y actuar íntimo y personal, como en nuestras relaciones con los demás".
"La fuerza y la fortaleza del Espíritu son, antes que respuesta o tarea nuestra, dones que nos vienen de lo alto", subrayó y agregó: "No se puede ser discípulo, amigo y testigo de Jesús, camino, verdad y vida de los hombres, sin la fuerza y fortaleza del Espíritu Divino. Hoy, más que nunca el mundo necesita de ?testigos? de Jesús resucitado para anunciar a todos, con la valentía, la verdad y la justicia".
Monseñor Conejero Gallego afirmó, en tercer lugar, que "el Espíritu Santo tiene la no fácil tarea de la unidad, el gran anhelo de Jesús que pide al Padre la víspera de su pasión y entrega por la humanidad. Ser uno, para que todos crean y reconozcan el gran amor de Jesús hacia los hombres, la gloria de Dios y la Vida eterna".
"Viendo la realidad actual de las familias, las situaciones de las Naciones, de los Continentes y del Mundo en general, la construcción de la fraternidad universal, ante los desafíos de la pobreza, desigualdades inicuas, ideologías confrontadas, violencias, ansias insaciables de poder, con sus secuelas de la corrupción, narcotráfico y las adicciones, unificar vidas y voluntades tan dispares entre sí, es misión y tarea sólo para Quien nada es imposible", concluyó citando la exhortación apostólica La alegría del amor, del papa Francisco.+
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