El monasterio benedictino Cristo Rey cumplió 60 años
- 11 de abril, 2016
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El Siambón (Tucumán)
El pasado jueves 7 de abril se cumplieron 60 años de la fundación del monasterio benedictino Cristo Rey en la localidad tucumana de El Siambón. Con ese motivo desde el arzobispado de Tucumán se pidió a la comunidad diocesana dar gracias a Dios por el don de esta vida monástica benedictina.
El pasado jueves 7 de abril se cumplieron 60 años de la fundación del monasterio benedictino Cristo Rey en la localidad tucumana de El Siambón. Con ese motivo desde el arzobispado de Tucumán se pidió a la comunidad diocesana dar gracias a Dios por el don de esta vida monástica benedictina.
El monasterio Cristo Rey fue fundado por la Abadía del Niño Dios, de Victoria, Entre Ríos, con el envío de 15 monjes que el 7 de abril de 1956 se establecieron en El Siambón, un verde y fértil valle de la zona montañosa de Tucumán, regado generosamente por las abundantes lluvias del verano.
Las familias Cossio-Paz Posse, Paz Posse-Alurralde y Paz Posse Rougés donaron las tierras para levantar el monasterio. En febrero de 1955, después de un largo viaje en camión desde Entre Ríos, los primeros monjes llegaron a El Siambón. El responsable del grupo era el padre Juan Vicente García Geniz. El decidió que la abadía sea construida con piedras de los ríos y con madera de los bosques de la zona.
A 65 kilómetros de la ciudad de San Miguel de Tucumán, con 30 kilómetros de camino de tierra, el aislamiento en que se encontraba El Siambón en aquel entonces, la belleza del lugar y la sencillez de sus habitantes diseminados por valles y montañas, lo hacía lugar ideal para la vida simple de oración y trabajo de aquel grupo de jóvenes monjes que iniciaba con optimismo y entusiasta ilusión la vida monástica en el Noroeste argentino.
Sitio de gran espiritualidad, el monasterio Cristo Rey fue construido íntegramente con piedras y maderas de la zona de El Siambón por las propias manos de los monjes benedictinos que allí vivirían.
El altar es una roca extraída del Río Grande, a 8 kilómetros de la abadía. Una empresa particular la trasladó hasta la capilla. Para colocarla, trabajaron desde las 8 hasta las 23. Al pie del altar se colocó una "conana", un recipiente donde los indígenas molían el maíz, como símbolo de unidad entre la comunidad de los monjes con los habitantes de la zona.
En febrero de 1964, el artista porteño Ballester Peña realizó los murales de la iglesia: el Cristo Rey resucitado, en el frente, y la Virgen con el Niño, en el lateral sur. En setiembre de 2003, el padre Rubén Leikán, monje de la abadía del Niño Dios, pintó la imagen de San Benito.
La vida austera y saludablemente silenciosa de los monjes contemplativos encontró perfecta conjugación en las apacibles colinas de El Siambón conformando un entorno de manifiesta sensibilidad capaz de cautivar los sentidos de todo aquel que se acerca.
Reflexión, distensión y desahogo, el Monasterio mantiene sus puertas abiertas a quien sienta la necesidad o el deseo de visitarlo, pudiendo compartir con los monjes cinco liturgias diarias.
El edificio cuenta con cuatro habitaciones destinadas a quienes llegan a hacer retiros espirituales. Una de ellas puede albergar a un matrimonio. Las hermanas del Buen Pastor ofrecen hospedaje para mujeres solas frente al edificio.
Quien cruza la puerta puede imaginar que está en un claustro erigido en la Europa medieval. Sin embargo, aunque muchos piensen que allí reina el pasado, el monasterio es símbolo de progreso para los habitantes de la zona.
Cuando se instalaron, trajeron la energía eléctrica, que se extendió luego a los vecinos. Además, brindan trabajo a la comunidad.
El monasterio Cristo Rey está ubicado en el departamento tucumano de Tafí Viejo, más precisamente en la localidad de El Siambón, dentro del circuito Las Yungas. Para llegar al monasterio, desde San Miguel de Tucumán, se debe tomar el acceso norte de la Ruta Nacional N°9 (que lleva a la provincia de Salta) y en la localidad de Tapia (a 28 km de San Miguel) doblar hacia la izquierda por la Ruta Provincial 341, hasta el Km 27.
"Ora et labora" (reza y trabaja)
Los monjes benedictinos se dedican a la agricultura, la ganadería y la apicultura, y es de sus apiarios de los que se extrae la ya célebre Jalea Real "El Siambón".
Pueden adquirirse además los exquisitos comestibles elaborados en el lugar, destacándose entre ellos la jalea real, el dulce de leche y la miel de abeja.
El monasterio también proporciona trabajo a las comunidades vecinas en las forestaciones de pinos, eucaliptos, frutales -entre ellos, nogales- con el asesoramiento del INTA. Hay, además, una fábrica de dulces, un colmenar, un laboratorio de cremas y fitoterápicos y una cortadera de piedras. Al pie del monasterio se pueden comprar los productos que fabrican los religiosos.+