Retiro anual de los sacerdotes platenses

  • 12 de abril, 2016
  • La Plata (Buenos Aires) (AICA)
Los miembros del presbiterio platense realizan anualmente sus Ejercicios Espirituales en la segunda semana de Pascua. Este año, en la Casa de Retiros Ceferino Namuncurá, ubicada en la localidad de Lisandro Olmos, comenzaron el lunes 4 de abril y concluyeron el viernes 8 al mediodía. El mismo arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, predicó los ejercicios espirituales mediante dos pláticas diarias, tomando como fuente de inspiración el decreto Presbyterorum Ordinis, del Concilio Vaticano II, sobre el ministerio y la vida de los presbíteros.
Los sacerdotes del presbiterio platense realizan anualmente sus Ejercicios Espirituales durante la segunda semana de Pascua. Este año, en la Casa de Retiros Ceferino Namuncurá, ubicada en la localidad de Lisandro Olmos (calles 44 y 163), comenzaron el lunes 4 de abril por la mañana y concluyeron el viernes 8 con el almuerzo. El mismo arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, fue el predicador de los ejercicios espirituales, quien ofreció dos pláticas diarias, tomando como fuente de inspiración el decreto Presbyterorum Ordinis, del Concilio Vaticano II, sobre el ministerio y la vida de los presbíteros. Y también pronunció la homilía en las misas. El arzobispo presentó el camino de santificación personal que, según la enseñanza de la Iglesia, el sacerdote debe recorrer en el ejercicio de su misión pastoral, cualquiera que esta sea. Insistió, de modo particular, en la espiritualidad propia del clero diocesano y en su referencia inmediata a la identidad de la Iglesia Particular. Para ello se detuvo en el capítulo tres del decreto conciliar que está dedicado completamente a la vida de los presbíteros, y comienza con una precisa formulación sobre la base cristológica y, a la vez, sobre la dimensión eclesiológica del ministerio: "Por el Sacramento del Orden los presbíteros se configuran con Cristo Sacerdote, como miembros con la Cabeza, para la estructuración y edificación de todo su Cuerpo, que es la Iglesia, como cooperadores del orden episcopal." Este capítulo trata sobre la vocación de los presbíteros a la perfección, que reciben también todos los fieles en el bautismo, pero a la que los presbíteros están "obligados especialmente, puesto que, consagrados de una forma nueva a Dios en la recepción del Orden, se constituyen en instrumentos vivos del Sacerdote Eterno para poder proseguir, a través del tiempo, su obra admirable, que reintegró, con divina eficacia, todo el género humano". El capítulo trata también sobre las exigencias espirituales características de la vida sacerdotal, entre las cuales está la humildad, la obediencia, el abrazar el celibato y apreciarlo como una gracia, su posición respecto al mundo, su pobreza voluntaria y los recursos para la vida de los presbíteros, entre los cuales están los destinados a fomentar la vida espiritual, el estudio y ciencia pastoral.+