"Mons. Zazpe vivió lo que agradaba a Dios y hacía bien a la sociedad"

  • 17 de febrero, 2020
  • Rafaela (Santa Fe) (AICA)
"Fue un pastor con 'olor a oveja', cercano a la gente, preocupado por los más necesitados. Le dolía el dolor del pueblo, no transaba con la injusticia, la mentira, o la corrupción".

La comunidad de Rafaela celebró una misa en memoria de monseñor Vicente Faustino Zazpe, primer obispo de esta jurisdicción eclesiástica. Al cumplirse el centenario de su nacimiento, la feligresía colmó la catedral San Rafael en la noche del sábado 15 de febrero, donde el obispo diocesano, monseñor Luis Alberto Fernández, presidió la eucaristía, acompañado por los presbíteros Raúl Troncoso, primer sacerdote ordenado por monseñor Zazpe en 1961, y el español Faustino Torralbo.

En su homilía, monseñor Fernández describió al antiguo obispo resaltando sus virtudes, y poniendo énfasis en su entrega para ser un instrumento del Señor, siempre cercano a la gente: “Es posible al hombre vivir en Dios, llevar una vida plena, que lo dignifica y hacer de lo cotidiano algo cordial, que lo lleve a sentirse sereno y en paz, con Dios, con los hermanos y con la creación toda, salida de las manos de Dios”, dijo el prelado al comenzar.

Recodando las palabras de monseñor Zazpe, “…dentro de nosotros llevamos la posibilidad de ser un ‘gran santo o un gran pecador’”, monseñor Fernández mencionó: “Zazpe fue uno de esos hombres que vivió fielmente lo que agradaba a Dios y hacía bien a la sociedad, prefirió a Cristo y por eso Dios tenía puesto sus ojos en él”.

“Fue un pastor con ‘olor a oveja’, cercano a la gente, preocupado por los más necesitados. Le dolía el dolor del pueblo, no transaba con la injusticia, la mentira, o la corrupción”, afirmó seguidamente. Por el contrario, “inspiraba confianza, abierto a saberlo esperar todo de Dios, no de arreglos mezquinos o a escondidas con los dominadores de turno”.

“Zazpe fue querido y escuchado, llamado a misiones eclesiales de gran trascendencia, donde la Iglesia en Argentina tenía puestos sus ojos, por decisiones muy importantes, donde se jugaban los recientes pasos dados por el Concilio Vaticano II. Pero, sobre todo, se jugaba el verdadero ‘sentir de la Iglesia’, que avalaron grandes santos como el papa San Pablo VI, como en la controvertida intervención del actuar del hoy mártir beato monseñor Enrique Angelelli”.

Las “Bienaventuranzas de Zazpe” que el obispo expresaba a los jóvenes, fueron reconocidas y “dejaron una huella imborrable en la Iglesia argentina. Cuando el país cruzaba tiempos difíciles, Zazpe proclamó a viva voz que la ‘esperanza’ es la verdadera vida, a la que estamos llamados a vivir en esta patria, y en el mundo entero, ella es mucho más que la cultura de la muerte, los miedos y angustias que a veces parece que quieren dominar la historia”.

Finalmente, dio gracias a Dios por este primer obispo, “por su servicio humilde y sencillo a la Iglesia y al país, por su espiritualidad que ayudó a acercar a tantas mujeres y hombres a Dios. Por su entrega comprometida y su caridad haciendo la voluntad de Dios y el bien a todos los hermanos. Por su apertura a dialogar con las distintas culturas, a servirse de los medios e instrumentos que en esta nueva época de la historia ofrecían”. Y pidió a la Virgen de Guadalupe que “nos ayude a todos a no dejarnos de sorprender siempre por las maravillas de Dios, con las que acompaña y protege a su pueblo”.

Al finalizar la misa, el presbítero Troncoso brindó su testimonio de vida compartida con monseñor Zazpe: “Utilizó todos los medios a su alcance para ayudarnos a descubrir que el motivo de nuestra consagración era Jesús, visitas permanentes a todas las parroquias y lugares donde ejercíamos el ministerio, interiorizándose por nuestra vida sacerdotal y la de nuestras comunidades”, expresó. “Su corazón misionero abarcaba a todos”, continuó, “fue un pastor generoso en los momentos difíciles que vivió nuestro país”.+