Los obispos hacen una evaluación dura y realista de la situación de la Iglesia en España
- 17 de diciembre, 2015
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Madrid (España) (AICA)
La Conferencia Episcopal Española (CEE) presentó el Plan Pastoral para los próximos cuatro años (2016-2020). Durante la presentación la CEE reconoció que hay temas que se discuten y se encauzan "sin tener en cuenta la moral natural ni la doctrina social de la Iglesia" y admitió que la Iglesia ve debilitada su presencia y su "legítima influencia moral" en la sociedad y en las personas debido a un "proceso de secularización generalizado", que se refleja en la forma de dar solución a problemas como el aborto, la educación o el desempleo.
La Conferencia Episcopal Española (CEE) presentó el Plan Pastoral para los próximos cuatro años (2016-2020). Durante la presentación la CEE reconoció que hay temas que se discuten y se encauzan "sin tener en cuenta la moral natural ni la doctrina social de la Iglesia" y admitió que la Iglesia ve debilitada su presencia y su "legítima influencia moral" en la sociedad y en las personas debido a un "proceso de secularización generalizado", que se refleja en la forma de dar solución a problemas como el aborto, la educación o el desempleo.
"Sabemos que todos los tiempos fueron difíciles para la evangelización y para la Iglesia", expresó el arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Ornella, por eso el documento titulado "Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo", propone una serie de iniciativas para "reavivar la vida cristiana de los creyentes y ofrecer de forma cautivadora el don de la fe a los que no creen".
Los Obispos parten de una evaluación dura y realista de la situación de la Iglesia en España, con las consecuencias sociales "de un laicismo beligerante contra la religión". "Debemos estar ciegos para no verlo", expresó monseñor Adolfo González Montes, obispo de Almería, en el transcurso de la rueda de prensa celebrada ayer, 16 de diciembre, que también contó con la presencia del obispo de Guadix, monseñor Ginés García Beltrán, y del secretario general de la CEE, el padre José María Gil.
El documento de 54 páginas, cuenta con una introducción, dos partes y una conclusión y está inspirada en la exhortación apostólica del papa Francisco, Evangelii gaudium.
En el documento, la CEE observa un predominio de la cultura secularista unido a la "poca valoración social de la Iglesia" y prescinden de ella como de una institución "anticuada e inútil, cuando no falsa y perjudicial". Ante la ausencia de suficientes referencias religiosas, la cultura dominante, que inspira espontáneamente el comportamiento de las personas y de las instituciones, es cada vez más secular y así, señalan que los problemas de convivencia que muchas veces implican "graves cuestiones morales", como las que plantean la natalidad, el aborto, la educación o el paro, y la necesaria inserción laboral de los jóvenes, se discuten y se encauzan "sin tener en cuenta la moral natural ni la doctrina social de la Iglesia".
Asimismo señalan los prelados españoles que "no pocos cristianos se van apartando de las enseñanzas de la Iglesia y se dejan guiar por las opiniones del laicismo" y la doctrina católica no es tenida en cuenta por ellos "como un referente social para las leyes ni para las costumbres".
En la esfera pública prescinden de las referencias religiosas "apenas hay nadie que se atreva a hacer una referencia cristiana o simplemente religiosa", se lamentan, aunque, no obstante, afirman que también aparecen muchas iniciativas justas que buscan el bien de las personas, pero en ellas "predomina el pragmatismo, los intereses económicos y los consensos oportunistas, sin tener en cuenta las referencias morales".
En este contexto, "es normal que la religión y la Iglesia aparezcan como realidades inútiles y sin sentido", opinan los obispos que califican de "innegable" la "debilidad social de la Iglesia". Se difundió en la sociedad la idea de que la religión no tiene fundamento racional ni científico por lo que las creencias religiosas son vistas como "opciones subjetivas", que no pueden ser universalizables "ni deben influir en el ordenamiento de la vida pública y colectiva".
"En el mundo laicista, la religión puede ser respetada como una práctica personal o como un bien cultural, mientras se mantenga estrictamente en el ámbito de las prácticas privadas", apuntan. En este sentido, denuncia que las instituciones públicas y políticas prescinden de cualquier referencia religiosa y lamenta que "no pocos entienden la no confesionalidad del Estado como una secularización global de toda la sociedad". "En la vida pública, el silencio sobre Dios se ha impuesto como una norma indiscutible", critica. La CEE pide una reflexión para analizar cómo los propios obispos, sacerdotes, religiosos y fieles cristianos han contribuido al alejamiento de algunos cristianos. De esta manera, señala que un examen "humilde y sincero" obliga a reconocer "el empobrecimiento religioso" que se ve reflejado en la disminución del número de practicantes y en el "deterioro profundo" de la institución familiar y la defensa de la vida, así como de la educación religiosa de niños y jóvenes.
Pese a las dificultades, los obispos sostienen que todos los tiempos han sido difíciles para la evangelización y para la Iglesia por lo que no hay lugar para el miedo ni el desaliento. Se trata de convertir las dificultades en oportunidades para un mayor vigor apostólico. "Nos mueve ?afirman- el amor de Dios, la obediencia al mandato del Señor y la solicitud por el bien de nuestros hermanos".
La situación descrita en la primera parte lleva a centrar las preocupaciones pastorales en los puntos principales de la misión de la Iglesia: el servicio directo a la fe y a la renovación de la vida cristiana mediante el anuncio de "la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Cristo, muerto y resucitado" (EG 36).
En la segunda parte del documento, el Plan propone aprovechar, del mejor modo posible, todas las posibilidades de los organismos de la Conferencia Episcopal y sus actividades para clarificar las necesidades pastorales de la Iglesia y descubrir las exigencias actuales de la evangelización en las Iglesias locales. Al mismo tiempo invita a cada diócesis, a realizar su propio plan de acción pastoral.
En su Plan Pastoral, la CEE contempla dedicar el año 2016 a la reflexión sobre las exigencias de la evangelización, 2017 se centrará en la comunión y corresponsabilidad de los agentes pastorales, 2018 al anuncio de la Palabra de Dios, 2019 a la celebración del misterio cristiano y 2020 al ejercicio de la caridad.
Como explicó monseñor Omella, el plan pastoral mira a que "nadie nos arrebate la alegría del Evangelio y de la misión", porque "el mensaje de Jesús es excitante". Por tanto, no es "una estrategia para imponer la religión a nuestra sociedad, sino para compartir la alegría del Evangelio", aprovechando el "impulso que nos llega del mismo papa Francisco". +