El cardenal Karlic pidió que el cambio de autoridades acentúe la fraternidad nacional

  • 25 de noviembre, 2015
  • Paraná (Entre Ríos) (AICA)
"Estamos empezando un nuevo periodo en un paso de autoridades que tendría que ser normal para acentuar nuestra filiación y así acentuar nuestra fraternidad nacional sostenida por nuestra fraternidad universal", subrayó el cardenal Estanislao Esteban Karlic, arzobispo emérito de Paraná, en declaraciones a Radio Corazón (FM 104.1 Mhz). El purpurado también habló con la emisora católica sobre sus 90 años de vida, próximo a cumplirlos en febrero, la respuesta a los designios de Dios y la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica.
El cardenal Estanislao Esteban Karlic, arzobispo emérito de Paraná, pidió que el cambio de autoridades acentúe la fraternidad, al hacer un balance de sus ocho años como purpurado y hablar de su vida, pronto a cumplir 90 años, y de su ministerio pastoral. El purpurado consideró necesaria "una humanidad mas fraterna donde todos nos podamos llamar hermanos, sostenidos en la convicción de que somos hijos de Dios". "Estamos empezando un nuevo período en un paso de autoridades que tendría que ser normal para acentuar nuestra filiación y así acentuar nuestra fraternidad nacional sostenida por nuestra fraternidad universal", subrayó en declaraciones a Radio Corazón (FM 104.1 Mhz). El arzobispo emérito reconoció que jamás se imaginó ser cardenal, y fundamentó: "Cuando digo jamás, es jamás. Pero me parece que es importante la capacidad de asombrarnos de los designios de Dios. Él no se cansa de venir hacia nosotros y de perdonar nuestros pecados". "Él nos pide nuestra respuesta. Hay que imitar la bondad de Dios. En cada acto de caridad está Dios, obrando con nosotros y tenemos que pensar cada día como una posibilidad de Su presencia", agregó. Al ser consultado sobre el Catecismo de la Iglesia Católica, del que fue uno de sus redactores, el cardenal Karlic recordó: "Nos juntábamos dos veces al año. Recuerdo que cuando finalizábamos el encuentro, el papa Juan Pablo II nos daba un Rosario a cada uno. Nadie participaba para lucirse, sino para encontrar la manera de recibir la palabra de Dios".+