El obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, presidió en la catedral de los santos Justo y Pastor una misa en memoria de monseñor Rodolfo Bufano, al cumplirse 25 años de su muerte. El prelado destacó que el segundo obispo diocesano fue "un pastor que ha dejado huella. Esa huella imborrable que dejan los hombres de Dios que, porque se han dejado tocar por su gracia, pueden tocar desde la misericordia el corazón de los hombres con la sencillez y la normalidad de lo gratuito".
El obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, aseguró que "tener memoria es condición para que un pueblo pueda alcanzar su madurez. La repetición viciosa de los errores por la ausencia de una mirada reflexiva del pasado, tanto en el ámbito individual como en el social se refleja en esa mediocridad pragmática y materialista que ciega el desarrollo ético y social del pueblo".
"La falta de memoria se manifiesta patéticamente en aquellos que pretenden globalizar la humanidad en torno a lo material, igual que se pretendió hacer en Babel, anteponiendo, en una charlatanería sin diálogo, el poder y la ambición al bienestar humano sumergiendo a pueblos y naciones en miseria y marginalidad", advirtió y agregó: "La memoria buena, no la rencorosa que es la agriada de malos recuerdos y que busca venganza, es un desafío para la sociedad argentina, para que su pasado no vuelva a aflorar en múltiples formas de violencia y de injusticia".
El prelado destacó que "estamos aquí para hacer memoria. No para recordar. Nos unimos en la memoria viva de Jesucristo, que es cada Eucaristía, para hacer memoria de Mons. Rodolfo Bufano: pastor y padre en esta diócesis de San Justo que no lo olvida" y aclaró: "No porque se haya quedado en el pasado acariciando recuerdos, sino porque su vida y testimonio han marcado el rumbo y la identidad de esta porción del pueblo de Dios".
"Monseñor Bufano ha hecho camino; ha caminado como pastor en medio de este pueblo matancero, como dice el papa Francisco: ?a veces adelante, otras detrás, otras en el medio?. Porque hay modos y modos de caminar por la vida", afirmó.
"Hay muchos que cuando caminan levantan polvareda, mucha tierra por el aire y no se ve nada, otros dejan surco hiriendo la tierra casi con violencia y determinando inevitablemente el rumbo. Otros dejan huella? señalan, indican, orientan, dan la posibilidad de seguirla, de hacerla más profunda, de abrir a partir de ella nuevos caminos", diferenció.
Monseñor García insistió en destacar que "monseñor Bufano ha sido un pastor que ha dejado huella. Esa huella imborrable que dejan los hombres de Dios que, porque se han dejado tocar por su gracia, pueden tocar desde la misericordia el corazón de los hombres con la sencillez y la normalidad de lo gratuito".
"La memoria del don de Dios en la propia vida se abrió como don de amor a los hermanos. Hombre de Dios y de su pueblo, sembrado por su pasado, regado y madurado por su presente que no dejaba de interpelarlo, esperando el florecimiento de la vida en la esperanza de un Dios que no defrauda", añadió.
El obispo subrayó que el corazón de monseñor Bufano "tuvo memoria de sus orígenes trabajadores, por eso pudo entender al pueblo obrero y sentir que su lugar es insustituible en la sociedad".
Monseñor García describió a monseñor Bufano como "pastor con olor a oveja, que no se la cree y que primerea. Pastor con el corazón hundido en Dios y en la Iglesia madre que lo engendró y lo hizo sacerdote. Hay una acción de gracias grande en su amor por las vocaciones, en su trabajo por el seminario y en su deseo ferviente que no falten anunciadores de la fe, obreros del evangelio que continúen su trabajo".
También habló del fallecido obispo de San Justo como un "pastor que vive en el corazón del mundo desde el Corazón de Jesús, con sencillez y cotidianeidad. Buscó la oveja perdida que todavía no conoce al Dios de la Vida y no ha podido entrar en la dinámica de la Civilización del Amor".
"Demos gracias por el regalo de su vocación a la Iglesia, demos gracias por el don de su ministerio a esta querida diócesis, demos gracias por el testimonio de su vida que nos ayudan a ver encarnadas con justicia y verdad las palabras de hoy de San Pablo: "Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor", concluyó.+
Texto completo de la homilía