Las comunidades afectadas por la minería hicieron escuchar su grito

  • 4 de agosto, 2015
  • Ciudad del Vaticano
Del 17 al 19 de julio, se realizó en Roma el encuentro de representantes de comunidades afectadas por actividades mineras, organizado por el Pontificio Consejo de Justicia y Paz (PCJP) en colaboración con la red latinoamericana Iglesias y Minería, con el lema "Unidos a Dios escuchamos un grito". Participaron representantes de 18 países del mundo (asiáticos, africanos y americanos). El presidente de PCJP, cardenal Peter Turkson, señaló que con la encíclica Laudato si´ el Santo Padre nos exhorta a ?escuchar el grito de la tierra tanto como el grito de los pobres?. No podemos permanecer indiferentes ante este grito".
Del 17 al 19 de julio, se realizó en Roma el encuentro de representantes de comunidades afectadas por actividades mineras, organizado por el Pontificio Consejo de Justicia y Paz (PCJP) en colaboración con la red latinoamericana Iglesias y Minería, con el lema "Unidos a Dios escuchamos un grito". Participaron representantes de 18 países del mundo (asiáticos, africanos y americanos). El presidente de PCJP, cardenal Peter Turkson, señaló que con la encíclica Laudato si´ el Santo Padre nos exhorta a ?escuchar el grito de la tierra tanto como el grito de los pobres?. No podemos permanecer indiferentes ante este grito". El objetivo de este encuentro, expresó el cardenal Turkson, fue llevar a cabo un balance de la situación de estas comunidades. Como antecedente se puede citar la jornada de reflexión del 2013 "Minería para el bien común" que se organizó por pedido de las empresas dedicadas a la minería. Y como proyección ──y de este modo contextualizando la reunión con las comunidades locales afectadas por esta industria── está previsto otro encuentro para septiembre de 2015 cuyo tema convocante será "Crear un nuevo futuro, otra imagen para el futuro de la minería". El papa Francisco en su carta a los participantes del encuentro, describió el contexto de los conflictos mineros con lucidez y empatía: "Se reunieron, les dijo el Pontífice, para que se escuche el grito de tantas personas, familias y comunidades que sufren directa o indirectamente por las consecuencias a menudo, demasiado negativas, de la minería. Un grito por la tierra perdida; un grito por la extracción de riquezas del suelo que, paradójicamente, no ha producido riqueza para las poblaciones locales que siguen siendo pobres; un grito de dolor en respuesta a la violencia, a las amenazas y la corrupción; un grito de indignación y de apoyo por las violaciones de los derechos humanos, discreta o descaradamente pisoteados por cuanto respecta a la salud de las poblaciones, por las condiciones de trabajo, a veces por la esclavitud y la trata de personas que alimenta el trágico fenómeno de la prostitución; un grito de tristeza e impotencia por la contaminación del agua, del aire y del suelo; un grito de incomprensión por la carencia de procesos inclusivos y del apoyo de las autoridades civiles, locales y nacionales, que tienen el deber fundamental de promover el bien común". El cardenal Turkson concluyó el encuentro comunicando a las comunidades que "somos conscientes de su aislamiento, de la violación de derechos humanos, de la persecución, del desequilibrio de poder". Comunicado final de los participantes Por su parte las comunidades participantes del encuentro señalaron en un comunicado, fechado en Roma el 28 de julio, que "las afinidades de nuestras denuncias revelan que hay prácticas repetitivas por parte de las empresas en todas las latitudes, frecuentemente en alianza con los gobiernos nacionales y locales y con una fuerte incidencia y lobby de las empresas en todos los espacios de poder, con lo cual buscan, bajo el amparo de la elaboración de leyes ofensivas para la vida, proteger sus proyectos operacionales e intereses de lucro". "Con esa desproporción de fuerzas e influencias, agregan, y con la falta de un adecuado acceso a la justicia, a la información, y encima de una fuerte criminalización de la protesta social, es prácticamente imposible que haya un diálogo respetuoso y atento de las empresas y los gobiernos para con las exigencias de los más pobres. En su encíclica, el papa Francisco recomienda fuertemente "grandes caminos de diálogo", pero los vincula todos a responsables procesos políticos y de toma de decisiones a nivel internacional, nacional y local. Ese es el nivel que podemos y queremos potencializar, con la determinante postura del Pontificio Consejo de Justicia y Paz". "Expresamos también nuestra preocupación al respecto de la estrategia de aproximación que las grandes corporaciones mineras tienen para con la Iglesia institucional, resaltando las contradicciones entre los discursos realizados en Roma por estas multinacionales y sus prácticas locales, las cuales continúan en la mayoría de los casos, violando los derechos humanos en los territorios". "Celebramos este encuentro porque el grito de auxilio de las comunidades está siendo escuchado y se está organizando cada vez más. Sin embargo, sentimos también el desafío de garantizar los derechos humanos y el protagonismo de las comunidades en sus territorios". "Esperamos con mucho interés, indican, el documento que el Pontificio Consejo de Justicia y Paz preparará con las reflexiones e indicaciones al respecto de los conflictos provocados por las actividades de la minería. Anhelamos sea un documento pastoral que podrá, de un lado, reforzar y empoderar las comunidades confirmando su dignidad y sus proyectos de vida, de otro, recomendar a las iglesias locales la importancia de educar en el cuidado de la Madre Tierra, defender las víctimas de los conflictos y de la criminalización, promover políticas y acciones institucionales para la protección de los derechos socio ambientales, así como ser vigilantes en la relación con las empresas". Asimismo los participantes al encuentro piden "garantizar áreas libres de la minería. Se trata de regiones de especial protección ecológica, comunidades en territorios pequeños que serían atropelladas por gigantes proyectos mineros, espacios sagrados donde se celebran la historia de un pueblo y su cultura, áreas de particular belleza natural o donde viven comunidades que ya fueran desplazadas anteriormente, entre otras". "Agradecemos, concluye el comunicado final, a la Iglesia Católica por escuchar el grito de los afectados por la minería y queremos continuar caminando con esperanza "para que venga el Reino de justicia, paz, amor y belleza". +