"Cualquiera puede atribuirse la libertad de blasfemar pero no tiene derecho a hacerlo; no puede ofender la libertad y el derecho de los demás. Tiene que atenerse a las consecuencias; en un régimen democrático ese límite deben marcarlo las leyes con las penas correspondientes a quienes lo violen", advirtió el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer.
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, se sumó al debate sobre los límites de la libertad de expresión que se suscitó tras el asesinato en París de periodistas y caricaturistas de la revista satírica
Charlie Hebdo, al preguntarse: "¿Es legítimo burlarse de todo? ¿Es absoluta la libertad de expresión o debe reconocer fronteras a respetar?"
En un artículo en el diario platense
El Día, el prelado recordó que la libertad de expresión "es un derecho humano fundamental. Pero esta condición, no sólo jurídica sino también ética, no puede extenderse indefinidamente sin avanzar sobre otro derecho de idéntica entidad: aquel del que goza toda persona a que se respeten sus convicciones religiosas".
"El reconocimiento de este derecho, que debe ser asumido en el ordenamiento legal, es imprescindible para asegurar la convivencia democrática. No se la puede vulnerar impunemente. Digo impunemente refiriéndome a la necesidad de que lo castiguen las leyes", subrayó.
Monseñor Aguer defendió las expresiones sobre este tema que el papa Francisco tuvo en su vuelo a Filipinas, al sostener que lo que dijo el pontífice es "pura doctrina católica: la libertad de expresión tiene límite, que no constituyen un menoscabo, sino que le otorgan su pleno sentido en una recta concepción del hombre, de su naturaleza y sus derechos".
"Cualquiera puede atribuirse la libertad de blasfemar pero no tiene derecho a hacerlo; no puede ofender la libertad y el derecho de los demás. Tiene que atenerse a las consecuencias; en un régimen democrático ese límite deben marcarlo las leyes con las penas correspondientes a quienes lo violen. Proclamar la blasfemia como un derecho implica la seguridad de hacer lo que a uno le venga en ganas, de reírse de todo, de denostar las convicciones religiosas de una porción o aun de la mayoría de los ciudadanos, cualquiera sea la religión que profesen", advirtió.+
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