En la fiesta de la Virgen, monseñor César Daniel Fernández destacó el valor de la maternidad

  • 8 de octubre, 2014
  • San Salvador de Jujuy
Miles de jujeños renovaron su devoción a la Virgen de Río Blanco y Paypaya, al participar este 7 de octubre de la procesión con la imagen mariana por las calles de la ciudad y de la misa solemne pontifical presidida por el obispo de Jujuy, monseñor César Daniel Fernández. En ese marco, el prelado destacó el valor de la maternidad al pedirle a las mujeres que "nunca rechacen este privilegio, este don de ser mamás", llamó a "cuidar" de los jóvenes al advertir que "no tenemos futuro" si estos no son sanos, estudian y trabajan, y exhortó a la unidad de los jujeños en torno a "grandes proyectos".
Miles de jujeños renovaron su devoción a la Virgen de Río Blanco y Paypaya, al participar este 7 de octubre de la procesión con la imagen mariana por las calles de la ciudad y de la misa solemne pontifical presidida por el obispo de Jujuy, monseñor César Daniel Fernández. La procesión salió de la catedral-basílica y recorrió las calles Sarmiento, Independencia, Lavalle, Alvear y Sarmiento hasta llegar al frente de la catedral-basílica. Asistieron funcionarios provinciales, municipales, autoridades de las fuerzas armadas y de seguridad y agrupaciones gauchas. Durante octubre, Jujuy honra a su patrona, por lo que cada domingo numerosas familias jujeñas peregrinan hacia el santuario de la Virgen, en la localidad de Río Blanco. El prelado destacó que el pueblo se reúna para "honrar a nuestra Madre, esta María que en su advocación de Nuestra Señora del Rosario de Río Blanco y Paypaya quiso quedarse con nosotros, quiso ser con su rostro moreno un signo de presencia, de su maternal cercanía, de su protección sobre cada uno de nosotros". Tras dimensionar la disposición de la Virgen María para recibir la maternidad como un regalo de Dios, sostuvo que la maternidad es una bendición, un don, un regalo de Dios. Al dirigirse a las mujeres presentes, monseñor Fernández les recordó que "ustedes ha sido preparadas por Dios para custodiar, para guardar, para traer a este mundo este don precioso de la vida. Si todas las mujeres dijeran no, se nos acaba la vida, se nos acaba el mundo. Dios quiso que nuestra existencia en la tierra estuviera asociada a este servicio amoroso que es la maternidad". "La maternidad es algo para lo que uno prepara cuerpo y corazón, prepara un hogar, prepara una familia. Esa maternidad se prepara con el corazón, con las actitudes con las cuales toda mujer siente que está llamada a este hermoso servicio de dar la vida. Por eso la maternidad siempre es una bendición, nunca un castigo, nunca algo de lo que hay que renegar. Nunca rechacen este privilegio, este don de ser mamás", les pidió. El prelado señaló que María debió enfrentarse desde el comienzo con las dificultades, porque no tenía ni siquiera un lugar decente para traer al mundo a su hijo y al poco tiempo tuvo que huir a Egipto, exiliarse en un país extraño, para salvar al niño. "Hoy más que nunca nosotros necesitamos hacernos madres de nuestros jóvenes, de nuestros niños, zona vulnerable de nuestra sociedad. Esos que están más tentados a todo y a veces no entendemos lo que hacen. Nos tenemos que preguntar en qué fallamos los mayores, qué no habremos hecho a lo mejor. ¿Habremos perdido tiempo necesario con nuestros hijos? ¿Nos habremos sentado a la mesa y conversado con ellos? ´Es que no me escucha padre...´ Insista, insista, en algún momento le va a entrar; en algún momento le va a caer la ficha. Que sepa que en su casa hay una madre; que en su casa hay un padre; que lo esperan y están ansiosos de que vuelva bien y vuelva sano de la diversión, que no le haya pasado nada; que no se pueden dormir alegremente si no saben en que andan sus hijos en la calle", reflexionó. El obispo recordó cuando en su infancia su madre le recomendada que nunca aceptara nada de extraños cuando volvía del colegio. "Estoy hablando de cincuenta años atrás y ya sabía una madre que alguien podía darle al hijo algo que le hiciera mal. Hoy sabemos lo que les están dando a nuestros jóvenes; hoy sabemos lo que les venden, a veces muy fácilmente, a la vuelta, en la otra cuadra. Todos sabemos". "Necesitamos hacernos todos madre que cuida: el hogar, la Iglesia, la parroquia, el Estado, las sociedades intermedias, todos... Necesitamos reconocernos todos en esto; en este ser madres de nuestros jóvenes, de nuestros niños. Sentir que a las peores calles de nuestra ciudad bajamos todos a defender a nuestros jóvenes, a cuidar su vida, a alejar los Herodes que hoy también quieren su muerte", agregó. Por último, monseñor Fernández aseguró que "necesitamos unirnos como argentinos, como jujeños en grandes proyectos; dejar las discusiones que muchas veces no llegan a ninguna parte, estériles o divisiones personales, o de ver con qué pedazo de torta me quedo yo, para unirnos en estas grandes causas, en estos grandes desafíos. Nada es viable sin los jóvenes de hoy el día de mañana; no tenemos futuro si no tenemos jóvenes sanos, jóvenes que estudian, jóvenes que trabajan".+