Mons. Uriona al neodiácono: "El Evangelio debe llegar a cada persona"

  • 17 de diciembre, 2019
  • Río Cuarto (Córdoba) (AICA)
Monseñor Adolfo Uriona FDP, ordenó diácono al seminarista Maximiliano Chiaretta

En presencia de familiares, amigos, allegados, compañeros del seminario mayor Jesús Buen Pastor, sacerdotes formadores y miembros del clero diocesano, el joven Maximiliano Chiaretta fue ordenado diácono, es decir, recibió el primer grado del Orden Sagrado que se orienta al sacerdocio.

El obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona FDP, presidió la celebración en el seminario el viernes 13 diciembre. En su homilía se dirigió al joven: “Maxi, vas a ser pastor en esta Iglesia que camina en Río Cuarto y es fundamental que desde ahora te dejes moldear constantemente por la figura del único y buen pastor Jesucristo”.

En este sentido le recomendó: “No te quedes encerrado en la parroquia”, sino que lo animó a salir “particularmente a las periferias geográficas y existenciales como nos lo pide el papa Francisco”. “Tendrás que ser diácono y luego sacerdote en una Iglesia misionera, en salida y que no se cansa de ir a la búsqueda de la oveja perdida aunque muchas veces ésta lo rechace…”, agregó.

Luego, tomó tres puntos para aconsejar al neodiácono: En primer lugar, “discernimiento y obediencia (…) Discernir significa superar las dudas y perplejidades y lanzarse con parresía a la misión. Muchas veces tendrás que consultar y confrontar. No esperes que venga un ángel a decirte lo que tengas que hacer. La ayuda del acompañante espiritual es indispensable para no errar en la búsqueda de la voluntad de Dios”.

En segundo lugar, mencionó “la preocupación por la persona”. “El Evangelio debe llegar a cada persona, aunque eso lleve tiempo y paciencia. Nunca te dejes ni encandilar por el número de personas que asisten a la comunidad, ni desalentar porque pareciera que muchas veces somos un pequeño rebaño… Cada persona fue rescatada por la sangre de Cristo y vale la pena dedicarse a ella. Pienso particularmente en los ancianos, los enfermos, los pobres, los que están marginados”.

Finalmente, hizo referencia a “la disposición para anunciar el kerigma, la verdad central de nuestra fe, que no toca solamente la inteligencia sino lo más profundo de nuestro corazón, el centro de nuestro ser, transformando la vida”.

Monseñor Uriona le dijo: “Lo que aprendiste en el seminario es la base, pero debes seguir profundizándolo con la lectura diaria de la Palabra de Dios, la experiencia del servicio pastoral, integrando las dificultades que se presentarán en el ministerio, afrontando los desafíos que nos presenta la cultura de hoy y buscando compartir fraternalmente con tus hermanos sacerdotes que viven situaciones semejantes”.

Al concluir, invocó a María Inmaculada, para que “bendiga tu ministerio, lo haga fecundo y te vaya preparando para ser un auténtico sacerdote del Señor”.+

» Texto completo de la homilía