En multitudinaria misa en Mozambique, el Papa alienta el "espíritu de hermandad"

  • 8 de septiembre, 2019
  • Soamandrakizay (Madagascar) (AICA)
Misa en el Campo Diocesano de Soamandrakizay, en Madagascar.

El papa Francisco afirmó este domingo que “seguir a Jesús no es fácil” y subrayó que es un compromiso con “exigencias”, al tiempo que consideró urgente que triunfe el “espíritu de hermandad”.

El pontífice hizo estas afirmaciones en el marco de una misa ante 1 millón de fieles en el Campo Diocesano de Soamandrakizay, en Madagascar.

Francisco animó a mirar a “nuestro entorno, ¡cuántos hombres y mujeres, jóvenes, niños sufren y están totalmente privados de todo! Esto no pertenece al plan de Dios”.

El plan de Dios, señaló exige a los cristianos apertura de corazón, entrega y renuncia al individualismo.

“Toda renuncia cristiana tiene sentido a la luz del gozo y la fiesta del encuentro con Jesucristo”, aseguró.

El Papa explicó que la primera exigencia de la vida cristiana invita a mirar nuestros vínculos familiares”.

“La vida nueva que el Señor nos propone resulta incómoda y se transforma en sinrazón escandalosa para aquellos que creen que el acceso al Reino de los Cielos sólo puede limitarse o reducirse a los vínculos de sangre, a la pertenencia a determinado grupo, clan o cultura particular”.

Por el contrario, “la exigencia del Maestro nos lleva a levantar la mirada y nos dice: cualquiera que no sea capaz de ver al otro como hermano, de conmoverse con su vida y con su situación, más allá de su proveniencia familiar, cultural, social ‘no puede ser mi discípulo’”.

La segunda exigencia, explicó, muestra “lo difícil que resulta el seguimiento del Señor cuando se quiere identificar el Reino de los Cielos con los propios intereses personales o con la fascinación por alguna ideología que termina por instrumentalizar el nombre de Dios o la religión para justificar actos de violencia, segregación e incluso homicidio, exilio, terrorismo y marginación”.

“La exigencia del Maestro nos anima a no manipular el Evangelio con tristes reduccionismos sino a construir la historia en fraternidad y solidaridad, en el respeto gratuito de la tierra y de sus dones sobre cualquier forma de explotación; animándonos a vivir el ‘diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio’; no cediendo a la tentación de ciertas doctrinas incapaces de ver crecer juntos el trigo y la cizaña en la espera del dueño de la mies”, puntualizó.

El Santo Padre hizo hincapié en lo difícil que resulta ser cristiano e imitar la vida de Cristo “cuando continuamente somos impulsados a justificarnos a nosotros mismos, creyendo que todo proviene exclusivamente de nuestras fuerzas y de aquello que poseemos, cuando la carrera por la acumulación se vuelve agobiante y abrumadora exacerbando el egoísmo y el uso de medios inmorales”.

En este caso, “la exigencia del Maestro es una invitación a recuperar la memoria agradecida y reconocer que, más bien que una victoria personal, nuestra vida y nuestras capacidades son fruto de un regalo tejido entre Dios y tantas manos silenciosas de personas de las cuales sólo llegaremos a conocer sus nombres en la manifestación del Reino de los Cielos”.+