La familia paulina celebró 100 años de tarea apostólica

  • 29 de agosto, 2014
  • Buenos Aires (AICA)
La familia paulina se unió en una misa celebrada en la catedral metropolitana para elevar una acción de gracias a Dios por el centenario de las fundaciones del beato Santiago Alberione. El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Poli, presidió la Eucaristía e invitó a los que participan de este carisma a mostrar la belleza de la fe cristiana.
La familia paulina se unió en una misa celebrada en la catedral metropolitana para elevar una acción de gracias a Dios por el centenario de las fundaciones del beato Santiago Alberione. El arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Poli, presidió la Eucaristía e invitó a los que participan de este carisma a mostrar la belleza de la fe cristiana. La misa jubilar reunió a los miembros de todas las congregaciones e institutos paulinos en el país: la Sociedad de San Pablo, las Hijas de San Pablo, las Discípulas del Divino Maestro, las Pastorcitas, las Anunciatinas, los Gabrielinos, la Santa Familia y los Cooperadores Paulinos. El cardenal Poli se mostró cercano a la familia paulina. Después de explicar la Palabra de la liturgia, el purpurado subrayó que el padre Alberione fue "un signo de Dios" para estos tiempos. "Él vivió esta Iglesia -manifestó el arzobispo-. Fue un verdadero pastor según el corazón de Dios y vivió para dar a conocer a Cristo a todos". Comentó algunos aspectos del libro Apuntes de Teología Pastoral, del beato sacerdote, y los invitó a poner en práctica el punto 167 de la exhortación apostólica del papa Francisco, Evangelii gaudium. En este punto, el Papa Francisco expresa: Es bueno que toda catequesis preste una especial atención al «camino de la belleza». Anunciar a Cristo significa mostrar que creer en Él y seguirlo no es sólo algo verdadero y justo, sino también bello, capaz de colmar la vida de un nuevo resplandor y de un gozo profundo, aun en medio de las pruebas. En esta línea, todas las expresiones de verdadera belleza pueden ser reconocidas como un sendero que ayuda a encontrarse con el Señor Jesús. No se trata -sigue el Papa en su escrito- de fomentar un relativismo estético, que pueda oscurecer el lazo inseparable entre verdad, bondad y belleza, sino de recuperar la estima de la belleza para poder llegar al corazón humano y hacer resplandecer en él la verdad y la bondad del Resucitado. Si, como dice san Agustín, nosotros no amamos sino lo que es bello, el Hijo hecho hombre, revelación de la infinita belleza, es sumamente amable, y nos atrae hacia sí con lazos de amor. Entonces se vuelve necesario que la formación en la via pulchritudinis esté inserta en la transmisión de la fe. Es deseable que cada Iglesia particular aliente el uso de las artes en su tarea evangelizadora, en continuidad con la riqueza del pasado, pero también en la vastedad de sus múltiples expresiones actuales, en orden a transmitir la fe en un nuevo «lenguaje parabólico». Hay que atreverse a encontrar los nuevos signos, los nuevos símbolos, una nueva carne para la transmisión de la Palabra, las formas diversas de belleza que se valoran en diferentes ámbitos culturales, e incluso aquellos modos no convencionales de belleza, que pueden ser poco significativos para los evangelizadores, pero que se han vuelto particularmente atractivos para otros.+