El párroco argentino en Gaza permanece junto a sus fieles

  • 17 de julio, 2014
  • Gaza (Palestina)
"Los crímenes están aumentando. Los niños pequeños comienzan a enfermarse por el miedo, el estrés, las ondas de choque, el ruido continuo. Los padres hacen todo lo posible para distraerlos para que esta cruda violencia no los abrume", expresó el sacerdote argentino Jorge Hernández, párroco de la Sagrada Familia, en Gaza, quien señaló que permanecerá junto a sus fieles, a pesar de que ayer, tres misiles cayeron cerca del templo parroquial.
"Los crímenes están aumentando. Los niños pequeños comienzan a enfermarse por el miedo, el estrés, las ondas de choque, el ruido continuo. Los padres hacen todo lo posible para distraerlos para que esta cruda violencia no los abrume", expresó el sacerdote argentino Jorge Hernández, párroco de la Sagrada Familia, en Gaza, quien señaló que permanecerá junto a sus fieles, a pesar de que ayer, tres misiles cayeron cerca del templo parroquial. Hace unos días, las Hermanas de la Madre Teresa con 28 niños discapacitados y nueve mujeres mayores bajo su cuidado se trasladaron a la parroquia porque la consideraban un lugar más seguro. Y todas ellas permanecerán en Gaza, junto con el padre Hernández. La tregua de cinco horas, proclamada para permitir la entrada de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza debería permitir la evacuación de la zona de unos pocos cientos de personas. Las que recibieron la indicación de dejar sus casas en la Franja de Gaza son las tres argentinas, religiosas del Instituto del Verbo Encarnado que también trabajaban en la parroquia católica. El Patriarcado Latino de Jerusalén, inició en la parroquia una adoración eucarística permanente y hoy se celebrará la Santa Misa "para implorar el perdón para todos, la justicia y la paz". Conmovedor relato El sacerdote argentino, perteneciente al Instituto del Verbo Encarnado (IVE), párroco de la parroquia católica en Gaza envió su testimonio, que publica la web del IVE: "Hoy domingo hemos podido celebrar la Santa Misa, gracias a Dios, con la presencia, además de siete religiosas, de cinco valerosos hombres. Por demás edificante dadas las circunstancias. Creo que ayer fue, hasta ahora, el peor de los días de esta guerra. Los cohetes no cesan de salir de aquí. Ya son varias las ciudades afectadas cerca de Tel Aviv y Jerusalén. Y, por supuesto, la respuesta no se hace esperar. La continuidad e intensidad de los bombardeos aéreos, terrestres y marítimos es cosa de no creer. Los objetivos de Israel superaron ya los 1300. Se cuentan más de 160 muertos (muchos de los cuales son niños) y cerca de 1000 heridos. También tuvo lugar la primera incursión a Gaza, de un grupo comando marino israelí. Desde hace ya tres días el ejército israelí mandó la evacuación de los habitantes de las zonas fronterizas con Israel. Allí, reparten anuncios escritos, además lo publican por TV y radio. Y la gente comienza a irse. ¿Dónde? A cualquier parte, no importa. En la práctica, antes de bombardear una casa, el ejército israelí llama por teléfono emplazando a esa familia para que desalojen la vivienda. Luego del plazo establecido, esa vivienda es destruida. A pesar de esto, Hamas exige a estos habitantes que vuelvan a sus lugares. "No es necesario dar espacio al enemigo sionista", afirman públicamente. Creeríamos más bien sea para usar a la población como escudos humanos. Este es el llamado hecho desde algunas mezquitas durante el mes de Ramadán. Lo cierto es que los crímenes se multiplican. Desgraciadamente una familia cristiana se vio afectada al ser bombardeada la casa contigua a la suya. Ventanas rotas, humo, gritos, confusión fue el trágico escenario de la noche de ayer para esta familia. Esto es lo que está sucediendo aquí. Nosotros estamos bien. Hay personas que han agradecido nuestra presencia aquí. Nos recuerdan cada tanto: "Ustedes no nos van a abandonar, ¿no es cierto?" Sin embargo, ¡qué difícil que es encontrar la palabra justa, la palabra de aliento, la palabra de esperanza, el consejo oportuno! Supla Dios. Ciertamente que el Espíritu Consolador hará todo esto y mucho más en sus almas. Nos encomendamos a sus oraciones. In Domino". +