La persecución de los cristianos bajo un pesado manto de silencio
- 23 de mayo, 2014
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Jartúm (Sudán)
Hay en el mundo más de cien millones de cristianos que sufren persecución. Sin embargo, los motivos religiosos no figuran en las carpetas de los organismos internacionales, ni en las redacciones de los diarios ni de las agencias informativas. Nadie lucha por la libertad religiosa. La persecución a los cristianos es ignorada, cuando no silenciada como si de un tabú se tratara. Los "defensores" de los derechos humanos miran para otro lado. Los mandatarios del mundo libre y de países de tradición cristiana jamás hablan de esto y si lo hacen esconden las razones de la persecución. Un caso: Meriam de Sudán.
Según afirman observadores y entidades que estudian el problema y llevan estadísticas, hay actualmente en el mundo más de cien millones de cristianos que sufren persecución por ser cristianos. Sin embargo, los motivos religiosos no figuran en las carpetas de los organismos internacionales, ni en las redacciones de los diarios y en los despachos de las agencias informativas.
No hay ningún plan para luchar por la libertad religiosa. Más aún, la persecución religiosa a los cristianos es ignorada, cuando no silenciada como si de un tabú se tratara. Las entidades autotituladas "defensoras" de los derechos humanos miran para otro lado. Los mandatarios y los políticos de los países del mundo libre y de los países de tradición cristiana jamás hablan de esto y si lo hacen esconden las verdaderas razones de la persecución. Es duro decirlo pero es así de cierto.
En Sudán, un país de 26 millones de habitantes, con una aplastante mayoría musulmana, donde impera la sharía, la libertad religiosa es inexistente, y se persigue y asesina a quienes en el ejercicio de su libertad abrazan la fe cristiana. Un triste y doloroso ejemplo es el Meriam, que al igual que Asia Bibi en Paquistán y otros muchos cristianos anónimos que viven en el mundo musulmán, no quieren renegar de Cristo.
Meriam Yeilah Ibrahim es una mujer sudanesa de 27 años, embarazada, cristiana y condenada a muerte en Sudán. Un juez de Jartum la sentenció a recibir cien latigazos por haber contraído matrimonio cristiano, y la condenó a muerte. La sentencia capital se ejecutará dentro de un año y nueve meses porque antes Meriam debe dar a luz y amamantar a su hijo. ¡Qué ternura la del juez! El delito del que se le acusa es el de apostasía. Por ser hija de padre musulmán, Meriam debería ser obligatoriamente musulmana.+