Misa de aniversario del bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina

  • 5 de mayo, 2014
  • Buenos Aires (AICA)
Con motivo de conmemorarse el XXXII aniversario del bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina, el administrador diocesano del obispado castrense, Mons. Pedro Candia, presidió el viernes 2 de mayo una misa en la catedral Stella Maris. Concelebraron los capellanes mayores presbíteros Ricardo González, de la Fuerza Aérea; Oscar Ángel Naef, del Ejército Argentino; Rubén Darío Bonacina, de la Gendarmería Nacional y Diego Julio Tibaldo, de la Prefectura Naval. Estuvieron presentes el jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea, brigadier general (VGM) Mario Miguel Callejo; el jefe del Estado Mayor General de la Armada, vicealmirante Gastón Fernando Erice, y otras altas autoridades de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.
Con motivo de conmemorarse el XXXII aniversario del bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina, el administrador diocesano del obispado castrense, monseñor Pedro Candia, presidió el viernes 2 de mayo una misa en la catedral Stella Maris. Concelebraron los presbíteros Ricardo González, capellán mayor de la Fuerza Aérea; Oscar Ángel Naef, capellán mayor del Ejército Argentino; Rubén Darío Bonacina, capellán mayor de la Gendarmería Nacional y Diego Julio Tibaldo, capellán mayor de la Prefectura Naval. Estuvieron presentes el jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea, brigadier general (VGM) Mario Miguel Callejo; el jefe del Estado Mayor General de la Armada, vicealmirante Gastón Fernando Erice, junto con otras altas autoridades de las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Fortaleza espiritual Monseñor Candia comenzó su homilía pidiendo especialmente "por las almas de nuestros fieles que empeñaron sus vidas en defensa de la Patria, por sus familias y también por aquellos que después de la guerra regresaron con heridas que marcaron para siempre sus cuerpos y sus vidas", y señaló que "todos ellos han dado ejemplo de fortaleza espiritual". "La fortaleza -explicó el prelado castrense citando el Catecismo de la Iglesia Católica- "es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien, y reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones." La virtud de la fortaleza, continuó monseñor Candia, "capacita para ir hasta las renuncias y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa" y "lleva a defender y alcanzar el bien arduo con una profunda alegría, que trasciende la experiencia del dolor, siendo capaces de exclamar con el Apóstol San Pablo: "todo lo puedo en Aquel que me hace fuerte". Entre los medios concretos para avanzar por el camino de la virtud de la fortaleza, el administrador diocesano castrense recordó palabras del papa Francisco, cuando dijo que "para ser fuertes y valientes de corazón, procuren alimentarse espiritualmente con la oración y con una intensa vida sacramental; profundicen en el conocimiento personal de Cristo y busquen con toda las fuerzas la santidad. Ejemplares testigos de este amor son los santos, que han sacado de la Eucaristía el alimento de una caridad activa y, a menudo, heroica" y son los héroes? Hacia el final de la homilía, monseñor Candia expresó: "Cada celebración eucarística es una oportunidad para recibir el amor de Jesús, pero también para ofrecerle toda nuestra vida. Hemos vivido la gesta de las Malvinas desde muy distintos lugares: muchos de ustedes en el lugar de la conflagración participando directamente de la reconquista de nuestras islas. Otros tal vez prestando apoyo. Desde mi experiencia personal, creo que Malvinas nos dejó un mensaje que con el correr de los años va adquiriendo más vigencia: el mensaje de la unidad. Los argentinos vivimos esas esperanzas, y esa derrota como nuestra. No he visto ningún otro hecho de nuestra historia relativamente reciente que uniera con tal fuerza a los argentinos: Malvinas nos hizo bien en ese sentido, hizo aflorar una condición que los argentinos teníamos soterrada: la capacidad de unirnos ante un ideal común: el ideal de patria. Y cuando ese ideal pide sacrificios somos capaces de hacerlos".+