La canonización de los papas, presente en la Feria del Libro

  • 28 de abril, 2014
  • Buenos Aires (AICA)
La canonización de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II por el papa Francisco, con la presencia del anterior papa Benedicto XVI, estuvo también presente en la Feria del Libro. El domingo 27, a las 16.30, compartieron una mesa sobre la canonización de los dos papas monseñor Mariano Fazio, vicario regional del Opus Dei; el periodista Jorge Castro; Marco Gallo, de la Universidad Católica Argentina (UCA), y Graciela Palau, autora del libro "La autorrealización según el personalismo de K. Wojtyla", con la coordinación de la abogada Nelly Espiño. "Dios ha vuelto a la plaza pública", concluyó Castro, al señalar la prédica de los ùltimos papas y el valor de la religiosidad popular para sacar a la Iglesia de la exclusión de la vida social.
La canonización de los papas Juan XXIII y Juan Pablo II por el papa Francisco, con la presencia del anterior papa Benedicto XVI, estuvo también presente en la Feria del Libro. El domingo 27, a las 16.30, compartieron una mesa sobre la canonización de los dos papas monseñor Mariano Fazio, vicario regional del Opus Dei en la Argentina; el periodista Jorge Castro, analista de política internacional; Marco Gallo, director de la Cátedra Pontificia de la Universidad Católica Argentina (UCA), y Graciela Palau, autora del libro "La autorrealización según el personalismo de K. Wojtyla" (Buenos Aires, Educa 2007). La reunión se realizó en la sala Leopoldo Lugones de La Rural y coordinó la mesa la abogada Nelly Espiño, integrante de la comisión organizadora de la Feria del Libro. Monseñor Fazio recordó que fue ordenado sacerdote por Juan Pablo II en Roma, ciudad donde residió veinte años, y que sintió como el hecho más fuerte que vivió allí la muerte y el funeral del papa Wojtyla. Pero su exposición se centró en Juan XXIII, sobre quien acaba de publicar un libro en la editorial Logos. Hizo notar que aunque en 1958 los cardenales querían buscar un papa de transición, y nombraron a Angelo Roncalli, un arzobispo de mucha edad, el Espíritu Santo no se equivocó y resultó un papa revolucionario. Precisó que tanto él como Juan Pablo II vivieron en la Iglesia de Pedro, la Iglesia de siempre, pero de forma importante y sustancial en la Iglesia del Concilio Vaticano, que Juan XXIII convocó. Mencionó la confianza que Pio XII tenía en él, a quien encomendó la nunciatura en París y luego el arzobispado de Venecia, y señaló la sencillez, humildad y obediencia que este sacerdote, proveniente de una familia campesina de Bergamo, vivió toda su vida, buscando en la obediencia a sus superiores la voluntad de Dios, dejando todo en sus manos. Esa actitud existencial, tan diferente del egoísmo y la autorreferencialidad que predomina en tantos ambientes, puede encontrarse leyendo su "Diario del alma", dijo. Marco Gallo señaló que la Iglesia reconocía la santidad de ambos pontífices, tan populares entre los católicos, pero también fuera de la Iglesia y ambos muy unidos al Concilio Vaticano II. Recordó que se saludaron y estrecharon la mano en un encuentro del Papa con los obispos polacos y destacó la incidencia de Karol Wojtyla en el documento conciliar Gaudium et Spes (La Iglesia en el mundo contemporáneo). Estimó luego que Juan Pablo II ha ayudado a lo cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos. Y que ejerció el ministerio del Papa en contacto directo con la gente, en una transición entre el fin de la guerra fría y el comienzo de la globalización mundial. Destacó su interés por el catolicismo popular latinoamericano y cómo tomó distancia de la ideologización de la fe. Afirmó que los argentinos tienen una deuda de amor con él por haber evitado la casi segura guerra con Chile y por su visita de cercanía al pueblo argentino en la guerra de las Malvinas. Y valoró el hecho de que hoy sea latinoamericano el papa que decidió su canonización. Graciela Palau hizo notar la huella que dejó Juan Pablo II en la Iglesia universal, tras su fallecimiento, habiendo visitado innumerables países, ejercido su magisterio, formado obispos. Destacó en su enseñanza la belleza de la verdad y el bien de la persona humana, al encarar la verdad de Dios hecho hombre, de Dios encarnado. También recordó su participación en la redacción de la Gaudium et Spes, aunque él trataba de no hacerlo notar cuando le preguntaban al respecto. Ponderó el trato próximo con toda clase de personas, su cultivo de la amistad. Entre otros puntos, el trato con las mujeres, el respeto de su dignidad, y la devoción mariana que impregnaba su vida de amor a la Madre de Dios. Jorge Castro indicó que la Iglesia salió el aislamiento en que el absolutismo que abrió paso a la modernidad quiso excluirla del espacio público. Señaló cómo Joseph Ratzinger habló de restablecer a Dios como fundamento del espacio pùblico, de vincular la fe, la razón y la verdad, y que lo hizo siendo escuchado con atención en los foros más importantes de Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos. Vinculó también esto con la prédica del papa Francisco, inseparable del mensaje de los obispos latinoamericanos en Aparecida. Al igual que Juan Pablo II, proveniente de la experiencia polaca, afirmaron lla plena vigencia de la religiosidad popular. "Esa fe ?puntualizó- que el pueblo enseña a los letrados, que muchas veces, cargados de saberes, no comprenden". Castro afirmó que la categoría fundamental de la fe es la Encarnación de Dios hecho hombre. Yse refirió a la crisis de la modernidad, con grandes avances en el qué hacer y cómo hacerlo, pero con carencia del sentido profundo de las cosas, del porqué de la vida. Y concluyó: "Dios ha vuelto a la plaza pública". (Jorge Rouillon)