Francisco a las religiones: "Diálogo y entendimiento" para construir la paz

  • 22 de noviembre, 2019
  • Bangkok (Tailandia) (AICA)
Encuentro con los líderes cristianos y de otras religiones en la Universidad Chulalongkorn de Bangko

"Hoy es tiempo de atreverse a imaginar la lógica del encuentro y del diálogo mutuo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento recíproco como método y criterio”, dijo el papa Francisco en el encuentro que sostuvo con los líderes cristianos y de otras religiones en la Universidad Chulalongkorn de Bangkok, en el marco de su 32° viaje apostólico internacional.

Después de haber hablado a los sacerdotes, religiosos, seminaristas y catequistas, y haberse reunido con los obispos tailandeses y de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (FABC), y tras encontrarse con los miembros de la Compañía de Jesús, el pontífice se reunió con los líderes cristianos y los representantes de las diferentes confesiones religiosas de Tailandia.

A ellos el Papa les manifestó su agradecimiento, estima y reconocimiento por la valiosa herencia cultural y las tradiciones espirituales de las que son hijos y testigos.

En su discurso, Francisco recordó la figura del rey Chulalongkorn, quien fue uno de los primeros Jefes de Estado no cristiano recibido en el Vaticano por el papa León XIII.

“El recuerdo de ese importante encuentro, así como el reinado llevado adelante por él, caracterizado entre tantas virtudes por la abolición de la esclavitud, nos cuestiona y nos anima a asumir un protagonismo tenaz en el camino del diálogo y del entendimiento mutuo. Y esto habría que hacerlo en un espíritu de compromiso fraterno que ayude a poner fin a tantas esclavitudes que persisten en nuestros días, pienso especialmente en el flagelo del tráfico y de la trata de personas”, afirmó.

En este sentido, el Santo Padre dijo que es necesario un reconocimiento y valoración mutua, y que la cooperación entre las religiones, es aún más apremiante para la humanidad actual.

“El mundo de hoy se enfrenta a problemáticas complejas, como la globalización económico-financiera y sus graves consecuencias en el desarrollo de las sociedades locales; los rápidos avances conviven con la trágica persistencia de conflictos civiles: migratorios, refugiados, hambrunas y bélicos; y también con la degradación y destrucción de nuestra casa común”.

Francisco advirtió que “todas estas situaciones nos alertan y recuerdan que ninguna región ni sector de nuestra familia humana puede pensarse o construirse ajena o inmune a las demás”.

“Ya que todas estas situaciones –afirmó- nos exigen aventurarnos a tejer nuevas formas de construir la historia presente sin necesidad de denigrar o denostar a nadie. Se acabaron las épocas en las que la lógica de la insularidad podía predominar en la concepción del tiempo y del espacio, e imponerse como mecanismo válido para la resolución de los conflictos”.

“Hoy es tiempo de atreverse a imaginar la lógica del encuentro y del diálogo mutuo como camino, la colaboración común como conducta y el conocimiento recíproco como método y criterio”, agregó.

“Creo que, en este campo, las religiones, así como las universidades, sin necesidad de renunciar a las propias notas esenciales y dones particulares, tenemos mucho para aportar y ofrecer; todo lo que hagamos en este sentido es un paso significativo para garantizar a las generaciones más jóvenes su derecho al futuro, y será también un servicio a la justicia y a la paz”, sostuvo.

El pontífice señaló que estos tiempos “exigen construir bases sólidas, ancladas en el respeto y reconocimiento de la dignidad de las personas, en la promoción de un humanismo integral capaz de reconocer y reclamar la defensa de nuestra casa común; en una administración responsable, que conserve la belleza y la exuberancia de la naturaleza como un derecho fundamental para la existencia”.

“Las grandes tradiciones religiosas de nuestro mundo dan testimonio de un patrimonio espiritual, trascendente y ampliamente compartido, que puede ofrecer sólidos aportes en este sentido, si somos capaces de aventurarnos a no tener miedo de encontrarnos”, añadió.

Francisco afirmó que, todos estamos llamados, no sólo a prestar atención a la voz de los pobres en nuestro entorno: los marginados, los oprimidos, los pueblos indígenas y las minorías religiosas, sino también a no tener miedo de generar instancias, como ya tímidamente se vienen desarrollando, donde poder unirnos y trabajar mancomunadamente.

“A su vez, se nos pide abrazar el imperativo de defender la dignidad humana y respetar los derechos de conciencia y libertad religiosa, y crear espacios donde ofrecer un poco de aire fresco en la certeza de que ‘no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan’”.

Al referirse a la belleza natural de Tailandia, el Santo Padre subrayó una nota distintiva de las riquezas a “exportar” y compartir con otras regiones de nuestra familia humana; en particular, la atención que le dan a los ancianos, quienes garantizan las raíces necesarias, para que vuestro pueblo no se marchite detrás de determinados eslóganes que terminan por vaciar e hipotecar el alma de las nuevas generaciones.

“Junto a la tendencia creciente de desacreditar los valores y las culturas locales, por imposición de un modelo único, también ‘vemos una tendencia a ‘homogeneizar’ a los jóvenes, a disolver las diferencias propias de su lugar de origen, a convertirlos en seres manipulables hechos en serie. Así se produce una destrucción cultural, que es tan grave como la desaparición de especies’”, aseveró.

El Papa alentó el trabajo de las instituciones educativas como esta universidad, al indicar: “La investigación, el conocimiento, ayudan a abrir nuevos caminos para reducir la desigualdad entre las personas, fortalecer la justicia social, defender la dignidad humana, buscar las formas de resolución pacífica de conflictos y preservar los recursos que dan vida a nuestra tierra”.

“Mi agradecimiento se dirige, de modo particular, a los educadores y académicos de este país que trabajan para proporcionar a las generaciones presentes y futuras las habilidades y, sobre todo, la sabiduría de raíz ancestral, que les permitirá participar en la promoción del bien común de la sociedad”, concluyó.+

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