La diócesis de Lomas de Zamora celebró su fiesta patronal en honor a Nuestra Señora de la Paz, con una procesión por las calles céntricas de la ciudad y la celebración eucarística presidida por el obispo, monseñor Jorge Lugones SJ. La celebración fue convocada con el lema "Madre, enséñanos a estar siempre unidos a Jesús". El obispo insistió a los fieles presentes en trabajar por la prioridad diocesana: salir al encuentro de los jóvenes adolescentes que no forman parte de las comunidades, y compartir el evangelio en los sectores más desprotegidos de las parroquias.
La diócesis de Lomas de Zamora celebró su fiesta patronal en honor a Nuestra Señora de la Paz, con una procesión por las calles céntricas de la ciudad y la celebración eucarística presidida por el obispo, monseñor Jorge Lugones SJ. La celebración fue convocada con el lema "Madre, enséñanos a estar siempre unidos a Jesús".
La fiesta diocesana comenzó, como desde hace años, con la llegada en peregrinación de cientos de fieles en bicicleta, provenientes de las diversas parroquias de la jurisdicción eclesiástica. Una vez congregados a las puertas de la catedral, los bomberos voluntarios escoltaron la sagrada imagen de María hasta la plaza Grigera, donde se dio inicio a la misa.
Monseñor Lugones basó su homilía en el pasaje evangélico del milagro de las bodas de Caná, que Jesús realiza por la intercesión de María. El prelado indicó que las bodas son signo de la alianza de Dios con su pueblo, y que la alegría de los esposos, no advertidos de la falta de vino que vendrá, refleja aún la falta de conciencia de muchas comunidades en profundizar la opción misionera.
El obispo insistió a los fieles presentes en trabajar por la prioridad diocesana: salir al encuentro de los jóvenes adolescentes que no forman parte de las comunidades, y compartir el evangelio en los sectores más desprotegidos de las parroquias.
Citando la exhortación apostólica del papa Francisco, el obispo llamó a que la pastoral ordinaria se vuelva "más expansiva y abierta", y que coloque a los agentes pastorales en una actitud de salida. "Todo momento es propicio; no reduzcamos nuestra misión al pequeño espacio de nuestro movimiento, nuestro grupo o nuestra capilla o parroquia", expresó.
Monseñor Lugones también hizo notar que María siempre está atenta a las peticiones que se le encargan, como lo estuvo atenta en Caná para advertir la falta de vino. También expresó: "La misión de anunciar el evangelio es ardua, pero con el correr del tiempo y el servicio misional va apareciendo el vino bueno, que es el gusto por la palabra prometedora y consoladora de Dios".
Monseñor Lugones concluyó la homilía animando a pedir que María Reina de la Paz conceda a la feligresía diocesana ser mensajera de la Paz del Señor, "que brota de la justicia de cada uno y de la fe confiada en el amor que Dios tiene por su pueblo".+
Texto completo de la homilía