Tres nuevos sacerdotes para Avellaneda-Lanús

  • 26 de noviembre, 2013
  • Avellaneda (Buenos Aires) (AICA)
La diócesis de Avellaneda-Lanús culminó el Año de la Fe con una misa multitudinaria en la Plaza Alsina, frente a la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, en la que el obispo, monseñor Rubén Oscar Frassia, ordenó presbíteros a Juan Carlos Molina, Ricardo Nariccio y Federico Nadalich. Monseñor Frassia los exhortó a confiarse al Señor, e insistió en que su misión es representar a Cristo en la tierra, sin ser Él, aunque debiendo perseverar para parecerse cada vez más a Él.
La diócesis de Avellaneda-Lanús culminó el Año de la Fe con una celebración eucarística multitudinaria en la Plaza Alsina, frente a la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, en la que el obispo, monseñor Rubén Oscar Frassia, ordenó presbíteros a Juan Carlos Molina, Ricardo Nariccio y Federico Nadalich. La jornada jubilar comenzó a las 15 con un festival juvenil; a las 18, el obispo diocesano subió al altar levantado en la Plaza Alsina acompañado por los sacerdotes del clero diocesano para dar comienzo a la concelebración eucarística de clausura del Año de la Fe. Al comienzo de su homilía, monseñor Frassia recordó a los presentes que el motivo de celebración era proclamar la fe en el Señor, que quiso estar en medio de su pueblo, así como también los fieles quieren estar junto a Él. Recordó que el Año de la Fe convocó a tomar conciencia del bautismo, del discipulado y del llamado que Dios hace a los hombres. El prelado estimó que la fe es "el escalón fundamental" para poder alcanzar la plenitud de vida, que es la caridad: "Ambas realidades son esenciales en la vida de una persona. Para los momentos alegres, para los momentos difíciles, para las cruces de cada uno de nosotros, siempre tendrá que estar la confianza inclaudicable en la fe, la fuerza sin interrupción del amor y la caridad". El obispo previno de negar al Señor con la indiferencia, el egoísmo o las obras, y animó a reconocerlo como "el primero y principal" en la vida de cada uno. "Con entusiasmo le creemos, lo amamos; con entusiasmo queremos servir, llevar su mensaje a los demás y estamos dispuesto a no abandonarlo jamás", afirmó. Dirigiéndose a los candidatos al sacerdocio, monseñor Frassia los exhortó a confiarse al Señor, que los conoce y los llamó para que vivan su ministerio sacerdotal. Insistió en que su misión es representar a Cristo en la tierra, sin ser Él, aunque debiendo perseverar para parecerse cada vez más a Él. Les recordó que lo más importante del sacerdote es que esté unido a Cristo, obre conforme a Él y lo dé a los demás. "Dar a Cristo en las cosas de Dios para los hombres es un servicio extraordinario ?expresó-. Pero fíjense que el sacerdote es un puente; es el hombre de Dios para los demás hombres. Por eso siempre tiene que ser un hombre creyente. Creyendo, cree, anuncia, ejerce el ministerio sacerdotal, transmite y anuncia la Palabra de Dios, vive la Eucaristía. En el nombre de Cristo perdona los pecados, alivia y consuela al enfermo, es capaz de rezar por su pueblo, es capaz de estar al lado de aquel que realmente necesita". Monseñor Frassia también destacó que el sacerdote debe estar en "permanente tensión" entre Dios y los hombres, para que viva según el criterio evangélico y no supeditado "a los vaivenes o caprichos de la época". A la feligresía, le pidió que rece por los sacerdotes, para que sean santos y hagan lo que Dios les pide. Mons. Frassia, 40 años como sacerdote El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, celebró el domingo 24 de noviembre su 40º aniversaio de ordenación sacerdotal. El prelado nació en Buenos Aires el 1º de diciembre de 1945; fue ordenado sacerdote el 24 de noviembre de 1973 por el cardenal Juan Carlos Aramburu, arzobispo de Buenos Aires, en la catedral metropolitana. Monseñor Frassia fue elegido obispo titular de Ceciri y auxiliar de Buenos Aires el 26 de febrero de 1992; recibió la ordenación episcopal el 4 de abril del mismo año de manos del cardenal Antonio Quarracino, entonces arzobispo de Buenos Aires. El 22 de julio de 1993 fue trasladado como primer obispo de San Carlos de Bariloche, sede recientemente creada y de la que tomó posesión el 15 de octubre de 1993. El 25 de noviembre de 2000 fue trasladado como obispo de Avellaneda. Tomó posesión de esta sede el 3 de marzo de 2001. "En estos 40 años, la vida sacerdotal ha pasado rápidamente porque uno ha vivido intensamente todas las cosas, y como son intensas uno las pasa enseguida. El recuerdo de mi familia, sobre todo de mi padre y mis hermanos, que siempre me han acompañado y entendido a lo largo de la vida sacerdotal. La vida de un sacerdote es excelente; la vida de obispo es de mayor responsabilidad, mayores complejidades, una tarea ardua. Pero siempre Dios da la gracia y es extraordinario", recordó recientemente. El obispo pidió a los fieles que recen para que siga perseverando y siendo fiel, para dar la vida hasta el final. "Gracias a Dios y a la Virgen, a la que amo tanto", concluyó en un mensaje difundido por el obispado local.+ Texto completo de la homilía