"Caminemos juntos" para ser una Iglesia fraterna, cercana y evangelizadora

ZURBRIGGEN, Gustavo Gabriel - Mensajes - Carta pastoral de monseñor Gustavo G. Zurbriggen, obispo prelado de Deán Funes, al inicio del año 2022

1. Queridos amigos: Como todos los años, al comenzar el tiempo de Cuaresma, les escribo una carta para compartirles algunas reflexiones y dar comienzo a la actividad pastoral en nuestra Iglesia particular. En primer lugar, quiero invitar a cada uno y a cada comunidad cristiana a disponerse para la próxima fiesta de la Pascua, respondiendo activamente a la oferta de conversión propia del tiempo de Cuaresma. Cuaresma es tiempo de conversión. Se trata de “volver a Dios” a través de la oración, la lectura de la Palabra de Dios, las obras de misericordia, el arrepentimiento de nuestros pecados y la celebración del sacramento de la reconciliación. De este modo, aprovecharemos este tiempo de gracia para preparar nuestras vidas a celebrar el triunfo de Jesús resucitado sobre el pecado y la muerte.

“El camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”
(Papa Francisco)

2. También deseo volver sobre el llamado del Papa Francisco donde nos invitaba a ser una Iglesia verdaderamente sinodal. San Juan Crisóstomo nos enseñaba que “Iglesia y Sínodo son sinónimos” porque la Iglesia no es otra cosa que el “caminar juntos” por los senderos de la historia al encuentro de Jesucristo[1].

Esto exige de todos, obispos, sacerdotes y laicos, una firme determinación para vencer el “vicio” del clericalismo que tanto mal hace a la Iglesia. El clericalismo se puede describir con estas actitudes: autoritarismo del que “manda”, ya sea obispo, párroco o laico encargado de una capilla o área pastoral; el no querer trabajar pastoralmente con otro; individualismo pastoral; rechazo a compartir y discernir juntos, en oración y diálogo, el proyecto misionero de la comunidad; ausencia de un compromiso sincero por construir una comunidad fraterna en la que nos respetemos, apreciemos, perdonemos e invitemos a otros a unirse a nuestra Iglesia; trabajar sólo en lo que “gusta” y nunca interesarse por el trabajo pastoral del hermano y mucho menos querer colaborar con él; desinterés por los objetivos pastorales de nuestra Prelatura y por el camino pastoral de otras parroquias, entre otras.

Para vencer este mal tan arraigado en nuestra Iglesia, tenemos que comprometernos activamente en un proceso de conversión personal y comunitaria. Es necesario pasar de una pastoral marcadamente clericalista a un estilo pastoral que exprese la realidad de la Iglesia como Pueblo de Dios en el que, por el Bautismo y la Confirmación, todos somos discípulos de Jesucristo, tenemos igualmente la unción del Espíritu Santo y la misma dignidad de hijos de Dios.

Este esfuerzo por aprender a vivir sinodalmente implica reconocer que la comunidad cristiana, desde el comienzo, fue una comunidad fraterna que hizo camino en comunión para anunciar el Evangelio. Y tuvieron que aprender a “caminar juntos” superando rivalidades, conflictos y diversos problemas que iban surgiendo en las nuevas comunidades.

3. Por eso les quiero proponer recordar qué significa “sínodo” o “estilo sinodal”. Y después, compartirles que el Nuevo Testamento nos revela que la Iglesia fundada por Jesús desde el comienzo vivió un “estilo sinodal”, esencial al Pueblo de Dios enviado a evangelizar.

En primer lugar, les recuerdo el significado eclesial de la palabra “sínodo”:

El término «sínodo» es la transcripción al castellano del griego «sýnodos», compuesto de la preposición «syn», que indica compañía, y el sustantivo «hodós» (el camino, el sendero). Expresa la idea de caminar juntos por un mismo camino. «El griego sýnodos significa literalmente “camino hecho juntamente”, es decir, la acción convergente de varias personas para un mismo fin». Es más que «caminar juntos», porque la referencia al camino alude a la idea de un proceso hacia una meta. Indica que son dos o más personas que se han propuesto un mismo fin y van dando los pasos necesarios para llegar a él.”[2]

Por eso, en la tradición de la Iglesia el término “sínodo” pasó a ser el nombre de la comunidad cristiana cuando en su conjunto asume su responsabilidad y contribuye a edificar la Iglesia viviendo el mandamiento del amor y anunciando la Buena Noticia de Jesucristo, el Señor[3].

4. En el Nuevo Testamento hay dos textos (entre otros) que nos grafican muy bien el modo de ser Iglesia de las primeras comunidades cristianas. El apóstol San Pablo, escribe a los cristianos de Corinto[4] que los carismas son dones, capacidades, dadas por el Señor a los cristianos para que los usen al servicio de toda la comunidad a la que llama “cuerpo de Cristo”. Es decir, compara al grupo de los cristianos con un cuerpo. Esta comparación era conocida y usada en la antigüedad. De esto modo, cada cristiano con sus dones está al servicio del cuerpo (comunidad) así como los miembros del cuerpo están al servicio del buen funcionamiento de todo el cuerpo humano.

Pero, San Pablo utiliza la figura del ‘cuerpo’ introduciendo una novedad:

“Los participantes de las comunidades cristianas son presentados como miembros de una persona viviente que es Jesucristo: “Todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo" (1 Cor 10,17), "Ustedes son el cuerpo de Cristo" (1 Cor 12,27; cf. Rom 12,5). Por el bautismo, los creyentes "son sumergidos (bautizados) en un cuerpo" (1 Cor 12,13; Rom 6,3), como una ‘inmersión’ dentro de Cristo. Cuando el creyente se ‘sumerge’ en Cristo, toda su existencia queda totalmente envuelta en la de Cristo y pasa a formar una sola realidad con Él. Todo el ser del creyente, los mismos miembros de su cuerpo, pasan a serparte del Cuerpo de Cristo”[5].

Esto nos ayuda a comprender que, como sucede en el cuerpo humano, cuando un miembro deja de funcionar produce enfermedad o incluso la muerte, así también en la Iglesia, “Cuerpo de Cristo”. En ella, cada bautizado recibe una misión que debe realizar en la comunidad para la vida y el buen funcionamiento de toda la comunidad eclesial. En la Iglesia, como en el cuerpo humano, nadie puede pretender tener la totalidad de los dones, y nadie puede prescindir de los demás. Todos deben actuar con espíritu fraterno, un compromiso efectivo y poniendo sus carismas al servicio de todos, para el bien de todo el “Cuerpo de Cristo”.

Como nos enseña el p. Rivas:

“La figura del ‘Cuerpo de Cristo’ ha servido a san Pablo y a sus seguidores para ilustrar a los fieles y a los lectores de sus cartas a través de los siglos que en la comunidad cristiana todos los fieles, sin excepción, están animados por el Espíritu Santo para actuar en orden a manifestar la vida de Cristo. El Espíritu Santo da vida a cada uno, de modo que todos deben tener conciencia de que son miembros de un Cuerpo viviente, y que por lo tanto debe contribuir a su vida aportando el desempeño de una función particular de acuerdo con el carisma recibido. Nadie puede sentirse eximido de actuar y nadie puede permanecer inactivo. Todos ocupan su lugar en el Cuerpo y saben que son corresponsables en “la edificación del Cuerpo de Cristo” (cf. Ef 4,12).

5. Otro episodio que nos ayuda a ver la “vida sinodal” de la primera Iglesia es el conflicto suscitado entre los cristianos provenientes del judaísmo y aquellos de la gentilidad[6]. Los primeros pensaban que los cristianos, para salvarse, debían mantenerse fieles a las tradiciones y leyes de la religión judía. Los otros, provenientes del paganismo, que respondían a la predicación de los apóstoles y aceptaban el Evangelio, sabían que se salvaban por la fe en Jesucristo. Para ellos, la Iglesia era una nueva comunidad centrada en la fe en Cristo Resucitado y no necesitaban mantenerse dentro de la religión judía. Para resolver este importante problema (que amenazaba división) se reunieron en Jerusalén, Pablo y Bernabé y los apóstoles de Jerusalén (Hech 15,2). En esa reunión decidieron mandar una carta a todas las comunidades donde se les informaba que habían tomado la decisión de no exigir la circuncisión y el cumplimiento de las leyes del Antiguo Testamento a los paganos que abrazaban la fe en Cristo (Hech. 15,23-29). Esta importante decisión, fue tomada con la conciencia de que el Espíritu Santo estaba con ellos (Hech. 15,28). Las autoridades (los apóstoles) después de escuchar a todos, tomaron la decisión con la certeza de que el Espíritu de Jesús los asistía.

6. Sólo estos dos pasajes de la Sagrada Escritura, nos muestra que la Iglesia desde siempre tuvo la convicción de que cuando los cristianos, con sus diversos carismas y servicios, se reúnen, oran y escuchan la Palabra, Cristo resucitado, a través del Espíritu Santo, está presente en medio de ellos. Por eso, guiados por sus pastores, disciernen y deciden para el crecimiento de la comunidad cristiana, el “Cuerpo de Cristo” y para el mayor compromiso misionero. Porque como dice el Documento preparatorio del XVI Sínodo ordinario de los Obispos:

 “… la consulta al Pueblo de Dios no implica que se asuman dentro de la Iglesia los dinamismos de la democracia radicados en el principio de la mayoría, porque en la base de la participación en cada proceso sinodal está la pasión compartida por la común misión de evangelización y no la representación de intereses en conflicto… Es en el vínculo profundo entre el “sentido de la fe” del Pueblo de Dios y la función del magisterio de los pastores donde se realiza el consenso unánime de toda la Iglesia en la misma fe”[7].

Sínodo de los obispos y asamblea del Pueblo de Dios de la Prelatura

7. Haciendo memoria de la hermosa celebración de la apertura en la Prelatura de la fase de la “escucha” del Sínodo de los obispos, el sábado 23 de octubre pasado, los exhorto a dejarnos entusiasmar por el Espíritu Santo para vivir el “estilo sinodal” al que está llamada la Iglesia. Para eso, les pido que, “caminando juntos”, se reúnan para responder a las preguntas de los “Núcleos temáticos para profundizar en cada comunidad”, material que les hemos entregado en aquella jornada. Con las consignas que el Equipo Misionero de la Prelatura nos ha dado, nos reuniremos el sábado 30 de abril, en San José de la Dormida, para preparar la síntesis que deberemos presentar de lo realizado en nuestra Prelatura.

Posteriormente, como también los hemos informado en aquel encuentro, habiendo realizado la etapa del VER/ESCUCHAR, proseguiremos con la Asamblea del Pueblo de Dios que fue suspendida por la pandemia del COVID en 2020. Es muy importante continuar con nuestro itinerario de Asamblea porque, como dice el Papa, Francisco, “El primer nivel de ejercicio de la sinodalidad se realiza en las Iglesias particulares…”[8]. Por eso, los llamados “organismos de comunión”, como son el consejo presbiteral, los distintos consejos pastorales y también las Asambleas del Pueblo de Dios, deben ser muy valorados como “lugares” de escucha, de participación, cercanía fraterna y de corresponsabilidad pastoral de todo el Pueblo de Dios. Se trata de estar siempre en conexión con la gente, con los problemas de cada día, con los deseos y aspiraciones de los hombres y mujeres, de los jóvenes y de los ancianos; de compartir las alegrías y tristezas, las dificultades y esperanzas de todos los hermanos que viven cerca nuestro y de nuestra comunidad, aunque no los veamos en la iglesia. De este modo puede comenzar a tomar forma una Iglesia sinodal.

Por eso, continuaremos reuniéndonos en los meses de abril a setiembre para realizar la etapa del JUZGAR/DISCERNIR lo que el Espíritu Santo quiere decirnos a través de los que hemos visto y escuchado (primera etapa). Acá es fundamental contemplar a Jesús y escuchar su palabra. La enseñanza de Jesús y sus obras (curaciones, exorcismos, misericordia con los pecadores, cercanía con todos, amor fraterno) debe hacernos mirar la realidad con los ojos de Jesús y ayudarnos a descubrir (discernir) qué quiere Jesús que hagamos en nuestra Prelatura.

Por último, realizaremos la etapa del OBRAR/ELEGIR. Las comunidades, en este último paso, harán propuestas misioneras y propondrán caminos de conversión pastoral, tanto de los agentes de pastoral (clérigos y laicos) como de las comunidades. Habrá que ELEGIR caminos de acción pastoral para los próximos cinco años, para hacer que toda nuestra Iglesia sea más orante, misionera, cercana y fraterna. La elección de estos caminos o metas pastorales la realizaremos en la Asamblea del Pueblo de Dios que se realizará en San José de la Dormida el próximo sábado 22 de octubre.

Les pido orar mucho y comprometernos decididamente por este camino sinodal que estamos transitando. Es el mismo Jesús el que nos pide que “caminemos juntos” para que la comunidad discipular que Él fundó sea decididamente misionera. Antes de la ascensión nos indica la vocación propia de la Iglesia: “Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Noticia…” (cfr. Mc.16,15).

Campaña “Adviento Solidario y Evangelizador”

8. En el adviento del año 2021 hemos realizado la primera campaña para el sostenimiento económico de la acción pastoral de la Prelatura, con el lema “Adviento solidario y evangelizador”. Les agradezco el esfuerzo de todos los que han contribuido a la preparación de esta campaña y a los que han aportado generosamente para ayudar a la evangelización en nuestras comunidades. El resultado de esta campaña se dividió un 50% para cada parroquia y el restante 50% para el Obispado de Deán Funes. Es nuestra intención que esta campaña tenga continuidad en el tiempo. Al igual que la colecta de CARITAS y la de Más por Menos, la campaña “Adviento solidario y evangelizador” se realizará todos los años. Para eso es necesario catequizar a las comunidades sobre el deber de ayudar a las necesidades materiales de la Iglesia[9].También tenemos la obligación de informar a la comunidad con mucha transparencia de los gastos que implica el servicio pastoral que realizan las parroquias y el Obispado de Deán Funes. Estos gastos son para el mantenimiento de los edificios, de los vehículos para el uso pastoral, la manutención de los clérigos, el pago de los servicios (luz, gas, TE, internet), limpieza, empleados, etc. También informar los ingresos mensuales y su origen. Más del 95% de total de los ingresos de las comunidades provienen del generoso aporte económico de los fieles, ya sea a través de los estipendios por los sacramentos, las colectas, donaciones y lo recaudado con la realización de eventos para beneficio de la parroquia. Por eso, reitero la necesidad de que cada parroquia tenga un Consejo de Asuntos Económicos que informe con detalle y mensualmente, los ingresos y egresos de la comunidad parroquial. La transparencia en la administración económica de los bienes de la Iglesia exige informar a la comunidad acerca del movimiento económico de cada parroquia: ingresos, egresos, necesidades, deudas, obras realizadas o con proyecto de realización.

9. Deseando que comencemos un año pastoral “caminando juntos”, llenos de entusiasmo fraterno y evangelizador, les auguro una muy feliz Pascua de Resurrección. Que el Señor Jesús Resucitado nos llene de entusiasmo misionero para testimoniar y predicar la alegría del Evangelio.

Con mi bendición, les envío un saludo fraterno.

Mons. Gustavo G. Zurbriggen, obispo prelado de Deán Funes
Deán Funes, Cuaresma de 2022


Notas:
[1] Cf. Discurso del Papa Francisco al conmemorar los 50° aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, 17 de octubre de 2015.
[2] Luis H. Rivas, “Fundamentos bíblicos de la sinodalidad en la Iglesia”.
[3] Cfr. Luis H. Rivas, “Fundamentos bíblicos de la sinodalidad en la Iglesia”.
[4] Cfr. 1 Co 12,1-13,3.
[5] Luis Rivas, o.c.
[6] Hech. 15,1-29.
[7] Cfr. Documento preparatorio del XVI Sínodo ordinario de los Obispos, 14.
[8] Cfr. Discurso del Papa Francisco al conmemorar los 50 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, el 17 de octubre de 2015.
[9] Catecismo de la Iglesia Católica, 2043: “El quinto mandamiento (de la Iglesia): “ayudar a las necesidades materiales de la Iglesia” enuncia que los fieles están obligados a ayudar, cada uno según su posibilidad, a las necesidades materiales de la Iglesia”.