En compañía de María, la madre de Jesús (Cf. Hch 1,14)

CONEJERO GALLEGO, José Vicente - Reflexiones - Editorial de monseñor José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa, para el suplemento diocesano "Peregrinamos", órgano de difusión de la diócesis (Julio de 2021)

Por segundo año consecutivo, la pandemia COVID-19 nos impide celebrar con normalidad, -como hasta ahora veníamos realizando- la preparación y Fiesta Diocesana de nuestra Madre y Patrona, Nuestra Señora del Carmen. No obstante, quisiéramos que, aún a pesar de las dificultades y consecuencias de esta adversidad, no sólo disminuyan nuestro amor y honra a María; sino al contrario, se acrecienten en nosotros, cada día más, el afecto, la devoción y la fidelidad a aquella que, con vehemencia y convicción, señalando a su Hijo, nos exhorta: «Hagan todo lo que Él les diga» (Jn 2, 5).

 Y en esto precisamente nos encontramos, tanto a nivel personal como comunitariamente; pues, quienes nos consideramos, anhelando cada vez con mayor empeño, ser “Discípulos Misioneros, en salida”, Amigos y Testigos de Jesús Resucitado, contando siempre con la ayuda de la gracia y fuerza del Espíritu, que nos ilumina y conduce, procuramos escuchar y poner en práctica la Palabra y el ejemplo del Maestro, siguiendo sus huellas (Cf. 1Pe 2, 21).

Así, en medio de las debilidades y fragilidades, de la ignorancia y, también, de la mentira, corrupción, violencia, la maldad y perversidad de nuestro alrededor, estamos invitados, ahora y siempre, a acudir a JESÚS, y a aprender a ser -como Él mismo lo es-, pacientes y humildes de corazón (Cf. Mt 11, 28-30).

Nuestra sociedad actual está caracterizada por la incidencia e influjo de ideologías partidarias y reduccionistas que atentan contra una comprensión integral y trascendente de la persona, que lamentablemente aprueba leyes de conductas, por simple consenso mayoritario, sin tener en cuenta la verdad objetiva ni el fundamento de la ley natural y racional, destruyendo de esta manera la dignidad humana; sociedad, donde el afán desmedido de codicia y poder a toda costa, crea y mantiene desigualdades inicuas, en lugar de favorecer una mayor igualdad e inclusión de todos, obstaculizando y retardando el instaurar la fraternidad universal.

La Iglesia, Pueblo de Dios y Sacramento universal de salvación a la que pertenecemos, está llamada, en este momento de la historia, a ser más consciente de su vocación e identidad, a profundizar y revitalizar la Comunión, la Participación y la Misión, a caminar sinodalmente, en favor del hombre y de todos los hombres. Así, juntos contribuiremos a responder a los nuevos desafíos; entre otros, propiciar la Cultura del Trabajo, con la creación de fuentes genuinas del mismo y la mejora de la Educación. Cada uno, según el don y la capacidad recibida, aportará al bien común de toda la familia humana. La participación en la próxima Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, -en cuya etapa de Escucha nos encontramos- es una verdadera oportunidad para conocer mejor la realidad, discernir y actuar en esta dinámica y dirección; siempre, claro está, bajo la moción del Espíritu Santo que es quien guía y conduce a la Iglesia, experta en humanidad, con su rica Tradición y Magisterio Social.

La Ordenación Presbiteral de Gustavo Aníbal Jacquemín y de Lucas Gabriel Pujol, en los próximos días, son motivo de gran alegría y esperanza para nuestra Iglesia Diocesana de Formosa. Contaremos, Dios mediante, con dos nuevos servidores del Evangelio para anunciar, santificar y congregar al Pueblo de Dios.

También esperamos que La Primera Jornada, Día Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores,a realizarse el Cuarto Domingo de este mes de julio, nos ayude a crecer en el afecto por nuestros abuelos y a descubrirlos como maestros de ternura, guardianes de nuestras raíces y dispensadores de sabiduría.

Busquemos y sintamos la presencia y compañía de María, la madre de Jesús y de la Iglesia, Vida, Dulzura y Esperanza nuestra -como rezamos en la Salve-, y como los Apóstoles, en Caná de Galilea y en Pentecostés experimentemos su cercanía, su alegría y consuelo maternal.

Nuestra Señora del Carmen, madre y patrona de Formosa,
Ruega por nosotros.

Mons. José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa