Mensaje final asamblea de la Confar

Otros Documentos - Mensajes - Mensaje final de la Asamblea de la Conferencia Argentina de Religiosas y Religiosos (Mayo de 2021)

Con corazón agradecido compartimos los frutos del camino transitado estos días de Asamblea Ordinaria de CONFAR, en la que nos hemos congregado los Superiores/as mayores de las Ordenes, Institutos y Congregaciones de Argentina, la Junta de CONFAR, los representantes de Filiales y Regiones, representantes de espacios de animación, miembros de EIR e invitados especiales. Hemos contado en la apertura con la presencia de la Presidenta de la CLAR, Hna. Liliana Franco Echeverri, O.D.N., del Nuncio Apostólico en Argentina, Mons. Miroslaw Adamcyk y de Mons. Carlos Azpiroz Costa, O.P. desde la CEA.

La oración inicial, situada en el ícono de la Ssma. Trinidad, nos dispuso a volvernos comensales de una mesa amplia, convocante y bien dispuesta para todos/as, junto con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Mesa eucarística donde nadie se sienta extranjero/a, donde todos/as encontremos sitio y podemos llegar, compartir y nuevamente salir, en gesto mendicante, peregrino, que contagie vida en abundancia.

Como hilvanando hebras de una trama, complejamente bella, desafiante y esperanzadora, en la primera jornada, Hna. Liliana Franco Echeverri nos invitó a repensarnos como Vida Consagrada a partir de la tercera tinaja de Caná: “Hacia un nuevo modo de ser Iglesia”. A repensarnos desde la mística del “nosotros/as”, asumiendo el valiente gesto de transversalizar en todos los ámbitos vitales el evangélico paradigma de la Sinodalidad. Nos desafió a abandonar el pantanoso terreno del clericalismo que achica horizontes, propicia y encubre todo tipo de manipulación, que distorsiona la belleza del rostro de una Iglesia Pueblo de Dios. Comunidad que con Jesús se concibe servidora, complementaria e intervocacional, capaz de posibilitar que surja lo diverso y acompañarlo con corazón dilatado, convocante, contagioso y comprometido con los pobres.

Evangelizar es humanizar situándonos en el ámbito de lo plural. Lo propio de nuestra identidad es la salida, el cruzar fronteras, ser caminantes, mendicantes de sentido, desde la dinámica Trinitaria que adelanta la relación y el vínculo a la creación. Sin escucha, encuentro, posibilidad de habitar unos/as en otros/as, se hace difícil poder saborear el vino bueno de la complementariedad entre generaciones, culturas, vocaciones, estilos y toda diversidad.

Como hebras de esta urdimbre, abrazamos la madre tierra en el conticinio de la noche, para:

  • ser auténticos/as y abrazar nuestra identidad de consagrados/as
  • estar donde la vida fluye, clama y reclama presencia
  • acercar lo diferente, los diversos contextos y posibilidades de acción
  • abrir reales espacios de participación hacia una pluralidad que enriquece
  • caminar para salir de nuestros nichos de confort, reconocer y recorrer nuevos areópagos
  • cuidar que los vínculos se tejan desde la circularidad, sin clericalismos que empobrezcan
  • participar sin renunciar a la palabra por miedo al conflicto, abrazando procesos
  • construir contando e integrando las miradas críticas e incómodas; asumir el riesgo de lo nuevo
  • orar buscando que la escucha nos lleve a la conversión

La Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, que estamos invitados a integrar en proyecto de vida personal, comunitario y eclesial, nos reta a dejarnos atravesar por la sorpresa de la Trinidad Redentora, que se dice con amor samaritano y belleza pluricultural.

En la segunda jornada, la tinaja de la ética del encuentro y del cuidado, nos desafió a recuperar el aire nuevo, para hacernos cargo de la profunda herida por el escándalo de los abusos a niños/as, adolescentes y adultos vulnerables perpetrados por consagrados/as.

De la mano de Cencini identificamos posibles miradas, desde donde nos acercamos a este tema doloroso que afecta al cuerpo de la Iglesia, a cada comunidad y cada consagrado/a. Nos reconocemos frágiles, avergonzados, pero en camino para acompañar esta compleja realidad que nos invita a habilitar todos los canales de discernimiento, la corrección fraterna y el cultivo del buen trato en las comunidades y espacios pastorales.

Valoramos el espacio que CONFAR ha creado, sostiene e impulsa en orden a concientizar, acompañar, formar, asesorar en comunión con la CEA, la CLAR, la UISG, la USG y todas las redes que trabajen en esta misma línea desde otras confesiones y en lo civil. Nos reconocemos un espacio más en una red universal que busca cuidar la vida. Hemos compartido algunas intuiciones y certezas que necesitamos profundizar responsablemente junto al equipo de Prevención:

  • saber que el silencio no es el camino para abordar la vergonzante realidad de los abusos
  • contar en la formación inicial con el apoyo de profesionales, especialmente laicos
  • propiciar caminos educativos de prevención; pedagogía del buen trato
  • hacernos cargo de las situaciones de abuso en los institutos y generar espacios de discernimiento
  • atender, mas allá de los protocolos, la conversión personal, comunitaria y eclesial
  • advertir que los procesos de ocultamiento, generalmente tienen un sustrato ideológico
  • concientizarnos que los abusos de poder suelen ser la “antesala” del abuso sexual
  • impulsar una evangélica pedagogía de la conducción-animación y de la obediencia
  • norestar importancia a los modos como nos tratamos y enfrentamos los conflictos
  • visualizar en la formación inicial lo “germinal” de potenciales corrupciones; aquello que pondría en peligro el futuro acompañamiento al Pueblo de Dios
  • dar crédito al presunto delito, luego de verificar la denuncia
  • fortalecer los vínculos sanos y la confianza a todo nivel
  • efectivizar la prevención, acompañamiento, denuncias, contando con la riqueza sinodal de la

En medio de esta sociedad fragmentada, individualista, cargada de incertidumbre y desconcierto, paradógicamente poblada también de esfuerzos heroicos por abrazar lo frágil y curar humanidades heridas, transitamos una pandemia que ha puesto al descubierto la innegable evidencia de brechas sociales que socavan la posibilidad de vivir con dignidad. Senti-pensamos que la mejor forma de cuidar la vida es hacer crecer el espíritu sinodal, que cuenta con todos/as, sabiéndonos parte importante de una trama vincular, que nos desafía a abrazar el conflicto.

Madurando juntos/as las crisis, podremos crecer. Este innegociable gesto de apertura y complementariedad, nos alentará a entrar silenciosos/as y descalzos/as al terreno sagrado del corazón humano desde la empatía y la ternura, al modo de Jesús.

Valoramos el Plan de Formación Permanente presentado por el EIR. Nos proponemos abrazar el paradigma de lo complejo, para osar nuevos horizontes que nos ayuden a ser catadores del buen vino, que prologa fiestas y alienta la esperanza.

Que María de Caná nos ayude a ver lo que puede hacer peligrar la fiesta del encuentro. Que San José nos enseñe a estar atentos/as al sueño de Dios, para cuidar y proteger la vida amenazada, asumiendo riesgos y actuando con prontitud.

Participantes de la asamblea Anual de Confar
4 al 6 de Mayo de 2021