San José
FERNÁNDEZ, Luis Alberto - Mensajes - Mensaje de monseñor Luis Fernández, obispo de Rafaela, en la solemnidad de San Jose (19 de marzo de 2021)
SAN JOSE ABIERTO A LA PALABRA DE DIOS. HOMBRE OBEDIENTE Y FIEL, LLENO DE TERNURA Y PACIENCIA, CAPAZ DE TRANSFORMAR LA VIDA
Creo que por esa devoción especial que el Pueblo de Dios tiene por San José, es que el Papa Francisco este año 2021, ha declarado que sea un año dedicado al esposo de la Santísima Virgen María, al cumplirse los 150 años en que el Beato Papa Pio IX, lo declarara el “Santo Patrono de toda la Iglesia”.
Ante tanta vulnerabilidad, tantas necesidades de la gente, ante la angustia y las enfermedades, el dolor y la muerte como consecuencias de la <pandemia>, la falta de trabajo, la desorientación y el desencuentro entre nosotros, padeciendo inseguridades sociales grandes de pobreza que limitan la dignidad humana, aparece en este 19 de marzo la figura y el ejemplo de San José, como el “Varón Justo”, llamado por la Escritura, a quien Dios le confía el cuidado de su Hijo. San José, se abrió escuchando al Padre Dios, y superando las duras circunstancias que le toco vivir en los comienzos de su vida familiar, que es la Vida de la <Nueva Evangelización>, con el embarazo de su esposa realizado por el Espíritu Santo y el nacimiento del mismo Hijo de Dios en Belén, venido a esta tierra en la vulnerabilidad de una creatura, a quien puso por pedido de Dios, el nombre de “Jesús”, que significa <el salvador>, poniéndose al “servicio del misterio de la Encarnación” (PC 1).
San José fue un humilde carpintero, siempre dispuesto a realizar la voluntad del Padre.
En medio de este mundo, que camina hoy con poca fe, donde la espiritualidad, pareciera cosa de otros y de lejanos tiempos, San José, como muchos padres hoy que buscan bautizar a sus hijos, no olvidó ni escondió la fe de su familia al presentar junto a su esposa, al niño Jesús en el Templo.
Escucha, se abre y está atento a todo, no solo a lo que hace a su vida de todos los días en lo cotidiano de la familia, del trabajo, de los amigos y lo social, sino que sabe tener esa mirada amplia de la vida , que se abre a los sueños. Y por eso, Dios le reveló varias cosas a través de sueños: el sentido del embarazo incomprensible de María, que Dios le abre al mundo nuevo de la redención de toda la humanidad; también la urgencia de huir hacia Egipto, por la locura de Herodes de matar a los niños recién nacidos; así como el regreso para instalarse en Galilea. Abierto a saberse amigo de Dios, y poder orar y charlar con Él como se está ante quien se quiere, se estima y se confía, no un dios incomprensible y misterioso que atemoriza, ordena y prepotea, sino que se siente amado por Dios.
Así aprendió Jesús de San José, viendo en Él la ternura de Dios, en las virtudes humanas de la escucha, la cordialidad, la confianza, la alegría y la esperanza y sobre todo, la misericordia, el saber perdonar.
Quisiera destacar la obediencia de San José, que al escuchar a Dios, le obedecía y esto le ayudaba a entender mejor la vida, poder sentirse orientado. Así aprendió Jesús a ser <sumiso> a sus padres, cuando era niño, y a tener la libertad cuando fue mayor, y le alabaron la familia al proclamar que, “su madre y su padre, son los hermanos que escuchan y practican la Palabra de Dios”.
Cómo desea nuestro corazón, que en este año de San José, podamos querer vivir con humildad y con mucha fe; que nos traiga la confianza, la serenidad y la fortaleza en las familias, en nuestra patria y en el mundo, para tener una actitud de acogida ante los hechos que nos tocan vivir, que a veces no entendemos, para que no respondamos con decepción o peor aún con violencia; que podamos andar como San José, a pesar de los tiempos difíciles, no peleados o angustiados por la vida. Nos dice el Papa Francisco: “La vida espiritual de José no nos muestra una vía que explica, sino una vía que acoge. Sólo a partir de esta acogida, de esta reconciliación, podemos también intuir, una historia más grande, un significado más profundo” (PC4).
Tengamos la valentía creativa de San José: “Esta surge especialmente cuando encontramos dificultades. De hecho, cuando nos enfrentamos a un problema podemos detenernos y bajar los brazos, o podemos ingeniárnoslas de alguna manera. A veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos que teníamos” (PC5).
En su aparente calma y silencio, San José nos marca la senda de la importancia, en medio de esta cuaresma, de la centralidad de la oración, del ayuno para compartir con los que menos tienen y del discernimiento profundo y necesario que ayuda a <elevar> la vida de la sociedad, que tanto anhela la condición humana como es la vuelta a la Dignidad y el respeto que se le debe a las Personas.
Mons. Luis Fernández, obispo de Rafaela