En fraternidad asuminos la cultura del ciudado

BRAIDA, Dante Gustavo - Mensajes - Mensaje de monseñor Dante Gustavo Braida, obispo de La Rioja, en la Fiesta de San Nicolás (1° de enero de 2021)

“El que ama a su hermano permanece en la luz
y nada lo hace tropezar”
(1 Jn 2, 10)

Queridos hermanos y hermanas:

1. Damos gracias a Dios por el año que estamos comenzando con renovadas esperanzas en este día bendito que celebramos a San Nicolás, nuestro patrón tutelar. Antes que nada quiero expresar que comprendo y comparto el dolor del pueblo riojano por la modalidad que hemos adoptado ayer para la celebración del Tinkunaco. Hemos finalizado un año difícil marcado por una pandemia que afectó de diferentes modos nuestras vidas y costumbres, que hizo padecer a muchos por la enfermedad llevando incluso a la muerte a algunos de nuestros seres queridos. El compromiso ciudadano y en especial el del personal de la salud y el de diferentes sectores sociales y gubernamentales han ayudado a transitar este duro momento.

Y, al concluir este difícil año, hemos vivido con mucha pena la aprobación de la ley del aborto. Aún en medio de esta dura realidad en este año que pasó nos alegramos por el centenario de la aureolización de la Imagen bendita de San Nicolás, renovando el llamado a la santidad que Dios nos hace a todos. Una verdadera luz de esperanza.

Sí, tenemos muchos motivos para seguir caminando con esperanza. A este tiempo de pandemia con todos sus desafíos, poco a poco, lo fuimos viendo cómo un tiempo de oportunidades. De hecho, a lo largo del año, se han podido concretar varias iniciativas pastorales nuevas que responden a diferentes necesidades. Al mismo tiempo, el contemplar a nuestro pueblo con una gran fe en Dios y una devoción arraigada en sus santos, el contemplar su espíritu solidario y su capacidad de sobreponerse a muchas adversidades, el contemplar su sensibilidad ante las necesidades de su prójimo y sus búsquedas por salir adelante juntos hace que la esperanza supere todo tipo de resignación y nos haga vislumbrar un futuro mejor.

Caminar juntos, fraternalmente
2.
Junto con toda la Iglesia venimos proponiendo un estilo sinodal de vida. Sinodal, decíamos, “quiere decir: CAMINAR JUNTOS. Laicos, pastores, consagrados, todo el Pueblo de Dios, llamados a caminar juntos”
[1]. Pero ese caminar juntos es al mismo tiempo un caminar como hermanos, fraternalmente, con una permanente actitud de diálogo con Dios y con los demás buscando el bien de todas las personas con el corazón y el compromiso del Buen Samaritano. En este estilo sinodal cada persona es respetada en su dignidad y tiene la posibilidad de contribuir al desarrollo del Pueblo.

Francisco en su última encíclica sobre la Fraternidad y la amistad Social[2] nos alienta a soñar y construir juntos una sociedad mejor al decirnos que todos “gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones… Hoy estamos ante la gran oportunidad de manifestar nuestra esencia fraterna, de ser otros buenos samaritanos que carguen sobre sí el dolor de los fracasos… con el deseo de ser constantes e incansables en la labor de incluir, de integrar, de levantar al caído” (n°77).

Luego agrega el Papa que, para construir una sociedad mejor, es clave fomentar una cultura del diálogo permanente entre todos los sectores permitiendo la participación de todos. Nos dice: “Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación”. (n° 199)

Con este espíritu aprovechemos la oportunidad del tiempo presente para contribuir al desarrollo del pueblo riojano con una participación genuina y abierta de sus habitantes y un diálogo, frecuente y sostenido de sus dirigentes.

3. En este sentido, como comunidad cristiana tenemos mucho que aportar porque el compromiso con el bien común, la construcción de un mundo más inclusivo y participativo es parte esencial de nuestra identidad ya que la relación profunda y creciente con Dios Padre, con su hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo nos ubican en el mundo como hijos mirando siempre al otro como un verdadero hermano.

Por eso, en este año que iniciamos, los invito a que profundicemos nuestra relación con Dios a través de una vida perseverante en la oración cotidiana, tanto personal como comunitaria. Que podamos organizar y promover tiempos de retiro o ejercicios espirituales en todas las comunidades y en todos los espacios pastorales tanto para quienes participan activamente de la vida de la Iglesia como para aquellos que lo hacen ocasionalmente, tanto para las familias y los jóvenes como para quienes tienen sobre sus hombros pequeñas o grandes responsabilidades sociales. La Animación Bíblica de la Pastoral, recientemente creada, nos ayudará a profundizar con la lectura y meditación de las Escrituras. La Eucaristía es para todos, fuente y culmen de vida cristiana, por tanto participar en ella frecuentemente es fundamental para una profunda comunión con Dios y con los demás.

No dejemos de darnos la oportunidad de ascender espiritualmente, ya que si la maduración espiritual se acrecienta el amor comprometido y generoso con los demás se multiplica notablemente y una vida plena, aún en medio de dificultades, se hace realidad.

Cultura del cuidado
4.
En este tiempo de pandemia hemos experimentado y seguimos experimentando la fragilidad de la vida humana y la necesidad de acrecentar el cuidado de la propia vida y la de los demás. El Papa, a raíz de todo lo que estamos viviendo, en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este primer día del año, nos alienta a desarrollar “La Cultura del Cuidado como camino de paz”.
[3]

Allí destaca “la importancia de hacernos cargo los unos de los otros y también de la creación, para construir una sociedad basada en relaciones de fraternidad… Cultura del cuidado para erradicar la cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación, que suele prevalecer hoy en día”. (n° 1)

Para que se dé ese cuidado, Francisco, nos propone como camino concreto los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. Les propongo profundizar a lo largo de este año en su conocimiento e implicancias en la vida cotidiana. Podemos hacerlo de modo personal o a través de la catequesis o de los grupos de pertenencia. Menciono dos de los principios citados:

La promoción de la ‘dignidad y de los derechos de la persona’
Dice Francisco: “Cada persona humana es un fin en sí misma, nunca un simple instrumento que se aprecia sólo por su utilidad, y ha sido creada para convivir en la familia, en la comunidad, en la sociedad, donde todos los miembros tienen la misma dignidad. De esta dignidad derivan los derechos humanos, así como los deberes, que recuerdan, por ejemplo, la responsabilidad de acoger y ayudar a los pobres, a los enfermos, a los marginados, a cada uno de nuestros «prójimos..»”.(n°6)

Hace un año les decía: “…no basta que como cristianos digamos que estamos a favor del derecho a la vida si no nos comprometemos a utilizar todos los medios para cuidarla y promoverla en todas las etapas. En nuestras comunidades debemos generar ayudas concretas en favor de embarazos que necesitan contención y apoyo; también para asistir a aquellos niños, adolescentes y jóvenes que, sin horizontes ni oportunidades, se ven cautivos de la mafia del narcotráfico y de la delincuencia”.[4]

En este sentido tenemos que avanzar en crear espacios de atención a familias necesitadas y a mujeres que llevan adelante un embarazo en situación de vulnerabilidad. Hay experiencias concretas como la de los “Hogares del abrazo maternal”, promovida por los Hogares de Cristo y Cáritas que nos pueden servir de guía en los cuales, a través de personas que ofrecen sus corazones sensibles y empáticos, se generan espacios acogedores y comprensivos en los cuales se acompañan procesos de acuerdo a la necesidad. Así, juntos podemos proponer nuevos y eficientes caminos donde el Evangelio de la Vida se exprese con toda claridad y sencillez.

Otro de los principios que nos presenta el Papa para promover la ‘cultura del cuidado’ es el de “la solidaridad”. Nos dice: “La solidaridad expresa concretamente el amor por el otro, no como un sentímiento vago, sino como «determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos».[5]

La solidaridad nos ayuda a ver al otro… como nuestro prójimo, compañero de camino, llamado a participar, como nosotros, en el banquete de la vida al que todos están invitados igualmente por Dios”.

Decimos muchas veces que nuestro pueblo es solidario, y es verdad, se lo puede comprobar de muchas maneras. Tenemos claros ejemplos cómo este tiempo de pandemia ha despertado en muchos la vocación de compartir lo que tienen y más aún su tiempo para tareas de voluntariado especialmente para asistir y acompañar situaciones de pobreza.

El Cuidado desde la solidaridad tiene que ver también con vivir de modo claro y decido la opción preferencial por los pobres, reconociendo en ellos al mismo Cristo que quiso identificarse de modo particular con sus vidas frágiles y pequeñas. Necesitamos reconocer y asumir los antiguos y nuevos rostros de la pobreza, en quienes no tienen trabajo o una vivienda digna donde habitar, pero también en quienes tienen necesidades interiores o afectivas, en quienes están presos de algunas de las tantas adicciones de nuestro tiempo, también reconociéndolo en la vida en estado de gestación, allí también está Cristo pequeño, indefenso, sin voz, esperando corazones que lo ayuden a desarrollarse y nacer, que lo ayuden a crecer e integrarse a la sociedad. Esta opción es verdadera cuando se traduce en acciones claras y concretas y son más fecundas cuando la vivimos en comunidad, desde una profunda amistad con Dios.

Junto con en el crecimiento en nuestra vida orante los invito a propiciar espacios de diálogo y reflexión sobre la realidad que vivimos y nuestro compromiso en ella. La Doctrina Social de la Iglesia es la brújula ideal para que esta reflexión sea verdaderamente evangélica y nuestro compromiso claro y decidido.

No dejemos pasar el tiempo para involucrarnos en un camino de crecimiento en el compromiso social que exprese la honda y profunda fe en Jesucristo que, al asumir nuestra humanidad, no le esquivó a ninguna de las realidades humanas que se le presentaban sino que, para cada una tuvo una palabra, un gesto, una acción oportuna en vista a su desarrollo.

Algunos aspectos particulares para este año como Iglesia
5.
Para finalizar señalo algunos aspectos pastorales a tener en cuenta en este año que iniciamos:

» Estamos viviendo un año dedicado a San José, esposo de la Virgen María. “Por su papel en la historia de la salvación, san José es un padre que siempre ha sido amado por el pueblo cristiano”[6] por ello este será un tiempo propicio para valorar su ejemplo de participación discreta pero decisiva en el plan de la salvación. En él podemos ver el valor de tantas personas que, de modo sencillo y valiente, contribuyen al crecimiento de la Iglesia y la sociedad. O los que, en estos tiempos desafiantes, ofrecen su discreta y generosa entrega como ser: trabajadores de distintos oficios, “médicos, enfermeros y enfermeras, padres de familia, sacerdotes, religiosas; gente que cada día demuestra paciencia e infunde esperanza… padres, madres, abuelos y abuelas, docentes que muestran a nuestros niños, con gestos pequeños y cotidianos, cómo enfrentar y transitar una crisis readaptando rutinas, levantando miradas e impulsando la oración. En san José reconocemos también a cuántas personas que rezan, ofrecen e interceden por el bien de todos»”.[7]

» En este año tendremos que asumir la atención pastoral del Convento de Santo Domingo.

Agradecidos por la fecunda misión realizada por los frailes dominicos durante cuatro siglos en lo que es hoy el territorio de nuestra diócesis, tendremos la delicada tarea de continuar la obra.

Por otra parte, para fortalecer el camino sinodal, será necesario consolidar las distintas iniciativas que surgieron el año pasado como ser: la Pastoral Rural, la mesa de Movimientos, el Área Mujer, Justicia y Paz, el Proyecto Diocesano de Catequesis, etc. Al mismo tiempo será necesario fortalecer en cada parroquia el Consejo de Pastoral y el Consejos de Asuntos Económicos. Todo esto vivido con apertura misionera, siempre dispuestos a asumir nuevas realidades y elaborar nuevas propuestas pastorales.

A su vez, en la vecina diócesis de Catamarca en el mes de marzo tendremos la beatificación Fray Mamerto Esquiú que, como fraile franciscano, tuvo un rol decisivo para que el pueblo argentino asuma su primer Constitución Nacional, luego fue obispo de Córdoba cuando lo que hoy es la diócesis de la Rioja pertenecía a esa jurisdicción eclesial. A él le pedimos que nos asista en la misión evangelizadora y le encomendamos esta hora de nuestra Patria para que, como ciudadanos, asumamos el compromiso con la construcción de una sociedad más justa y fraterna.

» También tenemos que seguir profundizando en la espiritualidad y compromiso de nuestros mártires para crecer siendo una iglesia que, como ellos, busca en todo amar dando la vida por el Evangelio en el servicio a los demás, de modo preferencial a los más pobres, a los seres indefensos por nacer, a las personas con discapacidad, a los ancianos, etc.; una Iglesia que entrega la propia vida por el bien de los demás aunque tenga que sufrir por ello desprecio y persecución.

Que San Nicolás, nuestro Santo obispo, nos siga animando con su ejemplo y santidad. Que los beatos mártires Wenceslao, Carlos, Gabriel y Enrique nos ayuden a asumir con generosa entrega la promoción de la Cultura del Cuidado. Que la Virgen María y San José, intercedan por nuestras familias y nos ayuden como Iglesia a acrecentar un estilo sinodal, fraterno y decididamente misionero.

Así sea.

Mons. Dante Gustavo Braida, obispo de La Rioja


Notas

[1] Mensaje de la Fiesta de San Nicolás 2020
[2] Fratelli Tutti, (Hermanos Todos)
[3] Francisco. Lema Jornada Mundial de la Paz 2021.
[4] Mensaje de la Fiesta de San Nicolás 2020.
[5] Mensaje Jornada Mundial de la Paz 2021.
[6] Papa Francisco: Carta Apostólica Patris Corde.
[7] Cf. Ibíd.