Conmemoración de los Fieles Difuntos

Otros Documentos - Homilías - Homilía de monseñor Rubén Oscar López, administrador diocesano de Avellaneda-Lanús, en la el Día de la conmemoración de los Fieles Difuntos (Cementerio de Avellaneda y Cementerio de Lanús, 2 de noviembre de 2020)

Cuando Jesús se encuentra con Marta se produce un diálogo entre ambos: “Si hubieses estado aquí mi hermano no hubiera muerto. Pero se que Dios te concederá todo lo que le pidas (…) Creo”. (Cf. Jn.11, 21ss).

Marta Cree en Jesús.

Nosotros estamos hoy celebrando esta Conmemoración de los Fieles Difuntos. Y estamos aquí junto al altar como Marta junto a Jesús, porque creemos como ella que todo el que cree en Él no morirá jamás. Y con ella que recordó e intercedió por su hermano Lázaro, recordamos a todos los que de una u otra manera, se cruzaron en nuestras vidas y que ahora pedimos por ellos, para que estén en la Gloria del Padre Eterno… para que no mueran para siempre.

Pero pedimos especialmente por todos aquellos que fueron víctimas de esta pandemia que asola al mundo. Todos los que murieron solos, sin su familia al lado que los acompañara. Los que no pudieron ser despedidos por sus seres queridos. Los que, desde la más sola de las soledades como es la soledad de la muerte, murieron en este año.

Cuantas cosas seguramente mueve en nuestros corazones esta celebración. Cuantas historias hay detrás de cada recuerdo. Cuanto amor que espera consumarse definitivamente en el encuentro con Dios.

Porque para los que tenemos fe, como Marta, la hermana de Lázaro, creemos en que Jesús nos tiene preparada una habitación porque “en la casa de mi padre hay muchas habitaciones” (Jn. 14,2) y esperamos que nuestros hermanos difuntos estén participando de ella.

Por eso, este momento de recuerdo amable y de recuerdo activo, es también para nosotros un momento de fe, de profunda confianza en que Dios volverá a reunir lo que está esparcido. Volverá a unir los “pedazos de nuestro corazón” que están dispersos por el dolor de la pérdida y quizá también por el dolor de no habernos podido despedir.

Todo será sanado por Dios. Todo quedará restaurado. “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap. 21,5). Rezando el salmo de hoy “desde lo profundo te invoco Señor, Señor escucha mi oración”, quedamos a la espera de esta promesa de Jesús mientras pedimos que reciba en su casa y en su mesa a los que amamos.

Amén.

Mons. Rubén Oscar López, administrador diocesano de Avellaneda-Lanús