¡María, Madre de consuelo y esperanza nuestra!
CONEJERO GALLEGO, José Vicente - Mensajes - Editorial de monseñor José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa, para el suplemento diocesano "Peregrinamos", órgano de difusión de la diócesis (Julio 2020)
Cuando caen las lluvias, se precipitan los torrentes, soplan los vientos y sacuden la casa (cf. Mt 7, 7,25); cuando arrecian las tribulaciones, las enfermedades y pandemias, cuando todo pareciera desmoronarse, en el valle de nuestro peregrinar de la vida…, nada mejor que recurrir a la presencia y la ternura de la madre para sentir su consuelo y esperanza. Jesús, en la hora suprema de su entrega, mientras agonizaba en la Cruz, tuvo junto a sus pies la presencia silenciosa y el consuelo de su Madre.
También nosotros, en este mes de julio de 2020 en el que, como cada año, celebramos la Fiesta Patronal Diocesana de Nuestra Señora del Carmen, necesitamos y anhelamos ardientemente sentir la presencia y la ternura de nuestra Madre. En el pasado mes de abril, ya tuvimos que renunciar a las celebraciones gozosas del Congreso Mariano Nacional, en honor de María, bajo la advocación de Nuestra Señora del Valle, en la ciudad de Catamarca; de manera semejante, a causa de la pandemia del coronavirus, tendremos, seguramente, que renunciar este año, a nuestras festivas asambleas, procesiones y manifestaciones multitudinarias del Pueblo de Dios, en honor de nuestra Madre y Patrona. Pero, de lo que estamos plenamente seguros es de nuestra fe, esperanza y amor grandes a María, nuestra Madre y Patrona, aunque no podamos expresarlo exteriormente. Y con mayor razón, ante esta novedosa adversidad, deberemos acrecentar en nosotros la humildad y la paciencia, virtudes de María y, a ejemplo suyo, conservar todo esto en nuestro corazón (cf. Lc 2, 51).
Los hechos que acontecen en la vida nos hablan, y estamos invitados a reflexionar e interpretarlos a la luz de la fe, para discernir de ellos todo el bien que puedan dejarnos. Así de esta pandemia global del COVID-19 que padecemos, que si bien pedimos al Señor la aleje cuanto antes de nosotros y del mundo entero, extraemos lo siguiente: en primer lugar, que el hombre no es autosuficiente, que debemos reconocer la fragilidad y vulnerabilidad humana; bien dijo Jesús: separados de mí, nada pueden hacer (Jn 15,5); además, ahora estamos experimentando la necesidad y urgencia de cambios profundos en nosotros mismos, con los demás y con la misma naturaleza, libremente, sin coacciones de decretos: menos avaricia y ambiciones, reducción de consumo de cosas innecesarias, y, por lo tanto, mayor sencillez y austeridad de vida; en cuanto a las relaciones humanas: preocuparnos por los otros, con una mayor participación en la Comunidad y en la búsqueda real del bien común, mayor igualdad, tolerancia, fraternidad y paz para la única familia humana, que todos formamos. Así, también se hace necesario un mayor cuidado de la naturaleza y de la Casa común. En este sentido, agradecemos y nos congratulamos por la publicación del Nuevo Directorio para la Catequesis del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, dado a conocer recientemente, que contribuirá a anunciar y profundizar, vivir y testimoniar mejor los grandes misterios de nuestra fe: Cristo, la Iglesia y el Hombre, en la cultura actual.
En medio de la presente crisis, en que la “pobreza y el desempleo” aumentan; percibimos, no obstante, signos de esperanza. Hay una mayor búsqueda y confianza en Dios, desencantados, quizás, de los proyectos y planes de los hombres poderosos; así como también, en los gestos concretos de numerosas iniciativas de solidaridad, especialmente para con los niños, los ancianos y las familias más pobres de nuestras comunidades; desde el Programa FE de la Conferencia Episcopal Argentina, hasta el más humilde y generoso servicio de nuestras Capillas.
Una alegría próxima será también, en el marco de esta especial Novena Patronal Diocesana, la ordenación presbiteral de Néstor Fabián Mongelós. Jesús continúa llamando a su seguimiento, para estar con Él y enviarnos a predicar el Reino de Dios (cf. Mc 3, 14).
Nuestra Señora del Carmen, Madre Consoladora y Esperanza del Pueblo de Formosa,
Ruega por nosotros
Mons. José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa