"El pan de Vida"

MARTÍNEZ, Juan Rubén - Homilías - Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas para la Solemnidad de Corpus Christi (14 de junio de 2020)

En este domingo estamos celebrando la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. También queremos rezar especialmente y pedir por las necesidades de nuestra Patria, para que en esta hora de la historia tengamos grandeza de espíritu, para que todo lo que hagamos esté dirigido especialmente al compromiso con el bien común. La referencia a la magnanimidad es clave, para cualquier instancia de diálogo, como instrumento indispensable de toda construcción social, política y cultural. El 20 de junio rezaremos especialmente para que Dios bendiga nuestra Patria y podamos desde la magnanimidad, superar todos los odios, divisiones, resentimientos y podamos construir una Patria de hermanos. En este tiempo en que la pandemia nos sumerge en una situación de crisis, debemos estar atentos para no construir solo desde los propios intereses, traicionando así valores fundamentales de nuestra Patria como la solidaridad y el compromiso por el bien común.

En nuestra Diócesis desde hace algunos años nos hemos dispuesto a celebrar el Corpus Christi, con la relevancia que tiene que tener esta solemnidad. En los pueblos o ciudades donde hay una sola Parroquia hemos buscado que haya un momento común de las capillas para celebrar la Misa y procesión. Este año, sin embargo, ha sido diferente como consecuencia del escenario en que nos coloca la cuarentena. La misa central del Corpus en la que celebramos el misterio de la Eucaristía que nos hace cercano el amor de Dios, se realizó en la catedral San José el sábado 13 a las 17 horas, luego de la cual con una breve procesión del Santísimo Sacramento por el templo realizamos una significativa bendición a toda la diócesis desde el atrio de la Catedral. También todas las parroquias, alrededor de esa hora y también durante este domingo realizaron esta celebración en sus comunidades evitando así los actos masivos. Celebramos el Corpus con alegría y en alabanza. Algunos con la presencia en los templos y muchos uniéndose espiritualmente a través de los medios de comunicación, agradeciendo a Dios eucarístico, misericordioso y redentor que nos acompaña siempre.

El texto del Evangelio que leemos este domingo (Jn 6,51-58), nos dice: «Yo soy el pan bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo». En la Última Cena el Señor instituye la Eucaristía y desde aquel momento los cristianos nos reunimos los domingos para celebrar la Misa: «El primer día de la semana, cuando nos reunimos para partir el pan...» (Hch 20,7).

La Eucaristía es el momento culminante del amor, de la donación Pascual de Jesucristo. Es aquello que expresa la necesidad de vivir en la caridad y sobre todo practicarla. La comunión del pan y del vino, del Cuerpo y la Sangre, implican que nosotros formamos un solo cuerpo: «todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan» (1 Cor 10,17).

Desde la Eucaristía Pan de Vida y fundamento de comprensión del amor cristiano, entendemos más profundamente el valor de la vida humana, de la familia, la justicia, el trabajo como servicio y sobre todo la inclusión de los más pobres y marginados como claves de todo proyecto cultural y de toda forma de proyección política, económica y social. El papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium hace referencia a esta indicación que el Señor realiza a los discípulos: «Denles ustedes de comer». «La Iglesia ha reconocido que la exigencia de escuchar este clamor brota de la misma obra liberadora de la gracia en cada uno de nosotros, por lo cual no se trata de una misión reservada sólo a algunos: La Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas. En este marco se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: "¡Denles ustedes de comer!" (Mc 6,37), lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos. La palabra solidaridad está un poco desgastada y a veces se la interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad. Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos.» (EG 188)

El pan compartido en la Eucaristía y celebrado en este domingo del Corpus Christi, nos invita a poner en ejercicio la caridad y comprometer nuestras opciones cotidianas sabiéndonos responsables del país, provincia y futuro que debemos construir.

Les envío un saludo cercano y ¡hasta el próximo Domingo!

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas