Misa con quienes colaboran con las comisiones episcopales
Asamblea Plenaria - Homilías - Homilía de monseñor Martín Fassi, obispo de San Martín y presidente de la Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos, la Familia y Juventud (127ª Asamblea Plenaria de la CEA, Pilar, 6 de noviembre de 2025)
Las parábolas de la misericordia Lc. 15
Mis queridos hermanos,
Dios nos ha hablado, y nosotros escuchamos.
En las parábolas de la misericordia que Lucas nos relata, tanto de la oveja, como de la moneda se nos dice de ellos que estaban perdidos y fueron encontrados. La consecuencia de la recuperación es la alegría tanto del pastor como de la mujer; ambos hacen fiesta. Lucas continúa con una tercera parábola, la del padre misericordioso. Aquí también el hijo estaba perdido y fue encontrado, con la consecuente fiesta. Pero solo del hijo se agrega que además estaba muerto y que fue vuelto a la vida.
Por su parte, Pablo en su carta nos deja esta profunda afirmación "Si vivimos, vivimos para el Señor, ... tanto en la vida como en la muerte a El pertenecemos".
La vida está siempre referida a un sentido de pertenencia. Vivimos para el Señor, y la perseverante búsqueda del pastor y de la mujer nos hacen notar que ellos no pueden vivir en paz hasta que no recuperen lo perdido. Lo mismo el padre misericordioso que no se cansa nunca de esperar el regreso de su hijo. Ninguno de los tres, diríamos, están completos hasta que se produce el encuentro. La alegría que experimentan es el signo de su plenitud. Recuperar el vínculo los hace felices y completos.
El Documento Final del Sínodo, declarado magisterio ordinario, estructura todo el documento en base a la categoría relacional y nos anima a una conversión de las relaciones, de los procesos y de los vínculos. Así como Pablo nos lleva al vinculo fontal que es el Señor -tanto en la vida como en la muerte a El pertenecemos-, así el Sínodo nos lleva a la revalorización del bautismo, fuente de donde brota la identidad del Pueblo de Dios y de donde nacen los modos de vincularnos.
Papa Francisco nos conectaba con el sentimiento de ser pueblo de Dios, su sabor espiritual, "(nos) hace falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que eso es fuente de un gozo superior... (El Señor) nos toma de en medio del pueblo y nos envía al pueblo, de tal modo que nuestra identidad no se entiende sin esta pertenencia". (EG 268)
Es el mismo sentido de pertenencia que se nos invita a reavivar por medio de la conversión de nuestros vínculos, desde la misma dignidad bautismal. Esto implica que cada fiel cristiano, y nosotros como obispos, necesitamos revisar nuestros modos de relación. Podríamos revisar muestras resistencias a lo sinodal, nuestros modos de ejercer la autoridad, nuestro trato hacia los demás. Los demás que son los presbíteros, los laicos, las mujeres, los hermanos obispos, los organismos de participación. Revisar ese sabor espiritual de ser pueblo, que nos ponga desde el inicio de toda relación personal en pie de igualdad, con la conciencia viva de plantear así todo vínculo. No entramos a la iglesia siendo pastores sino laicos, nos recordaba también Francisco. "Evocar al Santo Pueblo fiel de Dios, es evocar el horizonte al que estamos invitados a mirar y desde dónde reflexionar... Nuestra primera y fundamental consagración hunde sus raíces en nuestro bautismo Olvidarnos de esto acarrea varios riesgos y deformaciones tanto en nuestra propia vivencia personal como comunitaria del ministerio... El Santo Pueblo fiel de Dios está ungido con la gracia del Espíritu Santo, por tanto, a la hora de reflexionar, pensar, evaluar, discernir, debemos estar muy atentos a esta unción".
Tener siempre presente ese denominador común que nos da el bautismo, todos hijos, todos hermanos, puede ayudarnos mucho a comprender bien esa "corresponsabilidad diferenciada" de la que tanto nos habla el Sínodo. Vincularnos desde la conciencia viva de nuestra igual dignidad de discípulos, en ese pie de igualdad, habilita la relación fraterna, propia del Evangelio. Las primeras comunidades cristianas así buscaban vivirlo y sin quizás querer provocarlo deliberadamente, propusieron al mundo un nuevo modelo social: un mundo de hermanos y hermanas como base de organización social comunitaria. Es esa "profecía social" a la que nos invita practicar el camino sinodal en un mundo donde los liderazgos sociales y políticos están tan personalizados y cuestionados.
En nuestras Asambleas hemos iniciado el gesto de compartir la Eucaristía y la cena fraterna con los laicos integrantes de nuestras Comisiones Episcopales. Un gesto sinodal sin duda, pero para que no se convierta en un signo vacío sin incidencia transformadora, podríamos hacernos estas preguntas que Papa Francisco plantea a los obispos responsables del CELAM durante la JMJ Rio 2013
"Los Pastores, Obispos y Presbíteros, ¿tenemos conciencia y convicción de la misión de los fieles y les damos la libertad para que vayan discerniendo, conforme a su proceso de discípulos, la misión que el Señor les confía? ¿Los apoyamos y acompañamos, superando cualquier tentación de manipulación o sometimiento indebido? ¿Estamos siempre abiertos para dejarnos interpelar por ellos en su búsqueda del bien de la Iglesia y su misión en el mundo?
No dudamos que tenemos la buena voluntad de superar clericalismos y de practicar la corresponsabilidad con los laicos de manera diferenciada, pero superar esta cultura ancestral y asumir el corazón de la sinodalidad como cambio paradigmático y programático supone de nuestra parte una conversión y no simplemente un cambio. Es aceptar la invitación a revisar nuestros modos de vincularnos y nuestra práctica de la autoridad. Preguntas como las que nos plantea el Papa Francisco y algunas otras más pueden ayudarnos a superar ocultas resistencias.
En la parábola que escuchamos, cuando el pastor sale a buscar a la oveja perdida no se dice de ella que es una oveja descarriada. Simplemente se perdió. Quizás por negligencia o descuido del pastor, quizás por otras razones, pero la cuestión es que el pastor sale a buscarla y no termina de hacerlo sino hasta encontrarla. El vínculo con ella lo define como pastor.
Los laicos también están invitados a revisar los modos de vincularse entre ellos y con los pastores. No es cuestión de dar vuelta las cosas porque se repetiría el esquema de unos sobre otros. "Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes". Un movimiento para provocar el encuentro y hermanar. Es la invitación de Jesús a lavarnos los pies los unos a los otros. Este sentido de reciprocidad vincular es constitutivo del camino sinodal.
Termino con palabras de León XIV en el jubileo de los equipos sinodales: "Ser Iglesia sinodal significa reconocer que la verdad no se posee, sino que se busca juntos, dejándonos guiar por un corazón inquieto y enamorado del Amor. Comprometámonos a construir una Iglesia totalmente sinodal, totalmente ministerial, totalmente atraída por Cristo y por lo tanto dedicada al servicio del mundo".
Buenos Aires (Pilar), jueves 6 de noviembre de 2025.-
Mons. Martín Fassi, obispo de San Martín y presidente de la Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos, la Familia y Juventud (Cevilaf)