Nuestra Señora del Socorro, basílica menor
Mons. Miroslaw Adamczyk - Homilías - Homilía de monseñor Miroslaw Adamczyk, nuncio apostólico en la misa en la que se proclamó Basílica menor a la parroquia Nuestra Señora del Socorro (San Pedro, 8 de septiembre de 2025)
Su excelencia monseñor Hugo Santiago, obispo de San Nicolás de los Arroyos,
Reverendo padre Héctor Molfesa, párroco de la parroquia de Nuestra Señora de Socorro,
Reverendos padres, religiosos, religiosas, etc.
Honorables autoridades civiles,
Queridos Hermano y Hermanas.
Asistimos hoy día a una ceremonia extraordinaria, confieso que nunca he participado a la proclamación de una Basílica Menor, y mucho menos he celebrado la eucaristía con la declaración de tal título, por lo tanto, me siento muy privilegiado y honorado. Digo todo esto para que nosotros aquí presentes nos demos cuenta de este momento histórico para San Pedro. Así es, la ciudad de San Pedro desde hoy día tiene una Basílica Menor. Hasta ahora solo 49 iglesias de Argentina tenían este título y aproximadamente 1500 templos en el mundo entero. La proclamación de hoy es un orgullo para todos los habitantes de San Pedro. Ustedes tienen un templo digno y bello como edificio de Dios e Iglesia donde se celebra el santo culto y se alzan oraciones a Dios.
Saludo a todos ustedes en el nombre del Papa León XIV, nuestro querido Santo Padre que tengo honor de representar, pero durante nuestra eucaristía, también está presente la memoria del Papa difunto Francisco. Fue él quien en el mes de diciembre de 2024 elevó esta iglesia a la dignidad de la Basílica. Podemos decir que nuestra celebración es un recuerdo del amor del Papa Francisco a su tierra, Argentina. Durante nuestra celebración queremos recordar el papa argentino con amor y gratitud. Estamos agradecidos por el don del Papa León, pero estamos orgullosos por los doce años del pontificado del Papa Francisco; los argentinos deben, en manera particular, cultivar la memoria del papa argentino.
Asistimos a la proclamación de Basílica de un templo, es más que natural preguntarnos qué significa esto. En tiempos antiguos, en Roma y en Grecia, la basílica era un edificio suntuoso destinado al uso público, como por ejemplo los tribunales, y se situaba en el centro de la ciudad.
En los tiempos del cristianismo, este título se comenzó a utilizar para las iglesias más importantes. Estamos este año, 2025, celebrando el año santo. El primo año santo fue proclamado en el año 1300, por Papa Bonifacio VIII (octavo). Este papa instituyó el Año Santo y estableció las indulgencias. Bonifacio VIII concedió "grandes remisiones e indulgencias por los pecados", que se obtenían "por visitar la ciudad de Roma y la venerable basílica del Príncipe de los Apóstoles". Llegando a detalles más precisos, reconoció "no sólo plena y abundantemente, sino el más completo perdón de todos los pecados", a aquellos que cumplieran determinadas condiciones. En primer lugar, los que verdaderamente hacían penitencia para confesar sus pecados, y en segundo lugar, los que visitaran las basílicas de San Pedro y de San Pablo, respectivos sitios de entierro de los apóstoles Pedro y Pablo.
En el segundo año santo celebrado en 1350, el papa Clemente VI añadió una tercera gran basílica: San Juan de Letrán, catedral de Roma. En esta ocasión se exhortaba a visitar San Juan de Letrán, además de las basílicas de San Pedro y San Pablo Extramuros. Por último, en el jubileo de 1390, se añadió la Basílica de Santa María la Mayor, la iglesia más antigua dedicada a la Virgen María. De esta manera tenemos solo cuatro Basílicas mayores, y en el mundo entero desde año 1783, las basílicas menores.
La proclamación de una Basílica significa que este templo es privilegiado entre otros templos. Como señales de este privilegio una basílica tiene la umbrella (umbráculo) y el tintinábulo.
La umbrella es símbolo de la dignidad pontificia de este templo y símbolo de la especial unión de la basílica con el Sucesor de Pedro.
Al comienzo del mes de junio, he participado a la reunión de todos los nuncios del mundo con el Papa León XIV, el Sumo Pontífice nos regaló un anillo con la inscripción en latín “sub umbra Petri”, bajo la sombra de Pedro. Y esto me parece lleno significado respecto a la umbrella en cada basílica: la obediencia, la comunión y la unidad con el Papa, el sucesor de San Pedro. Estar bajo la sombra del Santo Padre. Me permito de observar que en una ciudad llamada San Pedro esto es algo más que natural.
El tintinábulo, la campanilla que llama al culto ininterrumpido al Señor. Una llamada a celebrar el oficio en la Basílica, que sea un ejemplo para los demás templos de la Diócesis. Una campanilla que anuncia el camino de la Iglesia en el mundo, a través de la formación bíblica y religiosa de los fieles.
Nuestra celebración se realiza el día 8 de septiembre; la fiesta patronal de esta Iglesia dedicada a Nuestra Señora de Socorro, Patrona de la ciudad de San Pedro desde el año 1763.
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Las lecturas bíblicas de nuestra solemnidad son aquellas del Nacimiento de la Virgen María, que se celebra también hoy día.
El profeta Miqueas, en el siglo VIII antes de Cristo, anuncia la futura venida del Mesías, y precisamente en Belén de Judá. Es un anuncio lleno de esperanza para el pueblo: Dios envía a uno que cumplirá su misión de pastor "con la fuerza del Señor" y nos traerá a todos la paz. En este anuncio hay también una referencia a la madre: "el tiempo en que la madre dé a luz".
San Pablo en la carta a los romanos describe con entusiasmo cuál es el plan salvador de Dios, que nos ha predestinado "a ser imagen de su Hijo para que él fuera el primogénito de muchos hermanos". Todos pertenecemos a la familia de Dios, "hijos en el Hijo", "hermanos del Hermano".
Las lecturas no hablan tanto de la Virgen y su nacimiento, sino de su Hijo, de Cristo Jesús, de quien ella recibe toda la luz y toda la importancia. Pero es bueno que páginas como esta de Pablo las leamos en la fiesta de la Madre, que lo es no sólo de Cristo Jesús, sino también de todos los que formamos la comunidad de Jesús.
Por eso podemos hacer nuestras las palabras entusiastas del salmo: "Mi corazón, se alegra en el Señor, se alegra en el Señor".
Asimismo, en la página evangélica, Cristo Jesús es el centro de la atención. Tiene dos partes, que sería bueno leer enteras: la lista genealógica de Jesús, que llega hasta "José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo", y el relato de cómo fue el nacimiento de Jesús.
La lista de los antepasados de Jesús, que leemos también en el Adviento (el 17 de diciembre), nos hace alegrarnos que Dios haya querido encarnarse de verdad en la historia de nuestra raza humana. Al hacerse del pueblo de Judá y, en concreto, de la línea mesiánica de la casa de David, Dios ha demostrado que quiere ser "Dios-con-nosotros" y ha asumido nuestra historia, a veces no demasiado gloriosa por los nombres que aparecen en la genealogía de Jesús.
El anuncio del ángel a José nos sitúa ante el misterio de un nacimiento, el de Jesús, que tiene como protagonista a Dios y a su Espíritu, pero que también cuenta con la humilde y finísima colaboración de José y de María.
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Asistimos hoy día a la proclamación de un templo a Basílica menor. En esta ocasión no olvidamos que la imagen del templo se aplica a todos los creyentes. El bautismo nos ha constituido espacios de lo santo. San Pablo se lo recordaba a los cristianos de Corinto, en orden a hacerles conscientes de su dignidad: "¿No saben que son santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? " San Pedro nos llama piedras vivas de la construcción de un templo espiritual (1 Pedro 2, 5).
María es, a título especial, ese Templo de Dios, "por haber llevado en sus entrañas inmaculadas al mismo Hijo de Dios. Por haber amado intensamente a Cristo y haber guardado fielmente sus palabras, el Hijo y el Padre vinieron a ella e hicieron morada en ella". Al celebrar a María como espacio de lo sagrado, comprendemos que Dios ama al ser humano - Dios nos ama - y que, a pesar de nuestra condición frágil nos modeló a su imagen y semejanza.
Por la intercesión de Nuestra Señora del Socorro pedimos la gracia de ser piedras vivas del Santuario de Dios. Que Dios bendiga a todos aquellos que visitan esta Basílica y a todos habitantes de San Pedro.
Mons. Miroslaw Adamczyk, nuncio apostólico