Coyuntura socio-económica actual: una oportunidad para la unidad
Patoral Social - Mensajes - Comunicado de monseñor Jorge Lugones SJ, obispo de Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social (21 de abril de 2020)
Estamos atravesando el tiempo de Pascua, este tiempo en el que Jesús viene a acompañarnos en el duro camino que nos toca. Un tiempo que nos obliga a buscar nuevas formas de encuentro y solidaridad en medio de las dificultades. Que nos iguala en el dolor pero que nos compromete con la ayuda a los desiguales en términos de la salud, la alimentación, el riesgo humano y también la supervivencia en relación al trabajo y a la producción.
Es un momento en el que, como decíamos al inicio de la Semana Santa, la emergencia sanitaria vino a sumarse a la delicada situación de emergencia alimentaria y social que tantas hermanas y hermanos de nuestra patria vienen atravesando. Emergencia que no puede separarse de la profunda crisis económica que venía afectando a nuestros hermanos sin pan y sin trabajo; una crisis que afecta a todas las partes involucradas y que nos interpela para poder encontrar caminos de salida.
Las grandes empresas e industrias, especialmente aquellas que debieron parar sus actividades en forma total por la pandemia, están tratando por todos los medios de preservar las estructuras de trabajo. Son ellas quienes tienen que seguir sosteniendo una ética de la solidaridad que se anteponga a la lógica de las ganancias o la especulación.
Las empresas pequeñas y medianas, por su parte, intentan con muchísima dificultad, encontrar caminos que les permitan mantener mínimos de producción y preservar empleos. Ellas están en la primera línea de fuego de la subsistencia.
Desde el Estado se ha asumido también este desafío; se proponen y se intentan medidas de auxilio, aunque sabemos que la implementación choca, en muchos casos, con las trabas de la burocracia del sistema bancario y financiero que no sigue el mismo ritmo.
Los sindicatos están poniendo su mayor esfuerzo, tanto desde la defensa de las fuentes de trabajo, como igualmente comprometiendo sus recursos de infraestructura y obras sociales.
Los movimientos populares tratan de sostener la demanda creciente de asistencia alimentaria y social por la enorme cantidad de hermanos que han perdido sus únicas fuentes de ingreso ante los emprendimientos que han debido cesar por la pandemia.
Deseamos enviarles nuestro acompañamiento y compromiso en este tiempo de incertidumbre, de esfuerzo, animándonos a volver la mirada a Jesús Resucitado, Señor de nuestra vida y de nuestra historia, para que sea El quien renueve nuestra esperanza y nuestra confianza de que siempre camina junto a nuestro pueblo.
Del mismo modo queremos convocarlos a mantener la unidad dentro de los espacios de diálogo, tales como el de la Mesa de Diálogo por el Trabajo y la Vida Digna, entendiendo que estamos en una coyuntura donde la creatividad de todos debe poder ayudarnos recíprocamente. Será sólo con la participación de todos los sectores, como podremos encontrar los mejores caminos de salida, ya que -como dice el Papa Francisco- “estamos todos en la misma barca” y sólo saldremos juntos.
Sabemos que ya se habla de una “lenta y ardua recuperación de la pandemia”, pero tengamos cuidado, como dijo el Papa, que no nos azote otro virus, que es el del egoísmo indiferente, el que hace que pensemos que la vida mejorará si nos va bien a cada uno de nosotros, descartando a “los pobres e inmolando en el altar del progreso al que se queda atrás. Esta pandemia nos recuerda que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren: todos somos frágiles, iguales y valiosos”.
“Aprovechemos entonces esta situación como una oportunidad para preparar el mañana de todos. Porque sin una visión de conjunto nadie tendrá futuro”.
Mons. Jorge Lugones SJ, presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social