Jueves 25 de abril de 2024

Documentos


"Abrir caminos de amor y servicio"

Homilía monseñor Dante Gustavo Braida, obispo de La Rioja en la ordenación diaconal de: Julio Toledo, Horacio Brígido, Raúl Rosselló y Emilio Moreno (Catedral y santuario San Nicolás de Bari, La Rioja, 8 de julio de 2021)

1. Querida comunidad diocesana, queridas familias:

Con mucha esperanza estamos viviendo esta celebración más que significativa para nuestra Iglesia. La ordenación de los primeros diáconos permanentes formados en esta diócesis, en la escuela del diaconado “Beato Wenceslao Pedernera”.

Es un camino iniciado en el año 2014 con Mons. Marcelo Colombo con el apoyo de los sacerdotes que llega a su culmen con la ordenación de estos hermanos nuestros.

Damos gracias por la escucha de cada uno de ellos al llamado de Dios y la respuesta generosa de ellos y de sus familias.

2. En la primera lectura escuchábamos que Moisés no podía llevar adelante solo el peso de gobernar al pueblo. Ante sus súplicas Dios unge a un grupo de ancianos para que colabore con él compartiéndoles su mismo espíritu. Jesús, también, para llevar adelante su misión y darle continuidad luego de su resurrección elige a los Apóstoles y los envía: “Cómo el Padre me envió yo también los envío y soplando sobre ellos les infunde su Espíritu”, nos decía el Evangelio. Ellos iniciarán de ese modo el camino misionero de la Iglesia: instaurar el Reino de Dios, llevar su Palabra y su amor a todos los rincones del mundo.

En los inicios del camino misionero de la Iglesia, el libro de los Hechos, pone de manifiesto que los pobres no eran bien atendidos y que los Apóstoles entonces eligen a “siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y sabiduría” para encomendarles esa tarea. Así ellos no descuidarían la Oración y la predicación. También estos hombres fueron ungidos por la imposición de manos.

Hoy, el Señor sigue llamando a ministros en su Iglesia para continuar con su obra redentora. El diaconado es un ministerio en la Iglesia que configura, a quien los recibe, a Cristo Servidor. El diácono viene en ayuda y colaboración estrecha con la misión del Obispo y los presbíteros.

Es un fruto de la Iglesia que se reconoce como ‘servidora de la humanidad’ como lo dice claramente el Concilio Vaticano II: lo que impulsa a la Iglesia es “continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido.” GS 3

3. Queridos Julio, Emilio, Raúl y Horacio, hoy, por la imposición de manos y la oración de consagración se incorporarán como ‘servidores’ de la Iglesia para el crecimiento del Pueblo de Dios. Como diáconos tendrán que ayudar al Obispo y a su presbiterio anunciando la Palabra de Dios, celebrando los sacramentos del Bautismo y el Matrimonio, colaborando como ministros en las celebraciones eucarísticas y, de modo particular tendrán que atender las obras de caridad para el cuidado de los más pobres, débiles y sufrientes. Por eso vivan atentos a las necesidades del pueblo en todas sus dimensiones y busquen, unidos a los demás miembros de la Iglesia, proporcionar las ayudas necesarias a cada situación. Deberán hacerlo de tal manera que los reconozcan como discípulos de Cristo que no vino a ser servido sino solo a servir.

Solo el servicio generoso, unido a Cristo Servidor, pone de manifiesto la identidad diaconal. Es una gracia que recibirán, un don que de lo alto que viene a transformar sus vidas. Por eso vivan siempre íntimamente unidos a quién les concede este don. Busquen a Dios día a día y descansen solo en Él.

Perseveren y crezcan en una vida orante y contemplativa. Como diáconos no solo tienen que ser buenos servidores sino también incentivar la vocación de servicio en todos los bautizados. Queremos crecer en una Iglesia ministerial, servidora y samaritana, en la que cada bautizado ocupe su propio lugar de servicio en unidad con los demás, amando y sirviendo desde sus propios carismas. También hoy el Espíritu Santo suscita nuevos ministerios para responder a nuevas necesidades.

4. Cada uno de ustedes proviene de una familia y han recibido la vocación de formar un matrimonio y una familia. Damos gracias a Dios por la vida de cada una de sus esposas, por la vida de sus hijos e hijas. Sus matrimonios y sus familias son un tesoro a cuidar y hacer crecer en cada etapa del camino. El diaconado viene a enriquecer la vida matrimonial y familiar. Qué oportuno poner la mirada en San José, este año dedicado a él, para crecer como esposos y padres bajo su ejemplo de Padre obediente a Dios, tierno y acogedor para recibir a María como esposa, Padre creativo para responder a los distintos desafíos del camino familiar.

5. Ustedes se ordenan en una Iglesia particular, que vive inmersa en el mundo en un tiempo especial marcado por la pandemia. Para ayudar a dar una respuesta adecuada a este tiempo tenemos como guía las ‘líneas pastorales para los actuales desafíos’ que los invito a tener en cuenta permanentemente para caminar en comunión con toda la diócesis sirviendo al pueblo de Dios para acrecentar en todos la vida orante, fraterna y misionera.

Queridos hermanos, a ustedes como primeros diáconos formados en la diócesis, les toca abrir caminos de amor servicio. La presencia de Ustedes como diáconos enriquece la vida de la Iglesia e implica un cambio en todos para incorporarlos en la vida cotidiana. Por eso invito a todas las comunidades a conocer y comprender bien la identidad del diácono para ayudarlos a vivir su propia misión. Como toda realidad nueva tendremos que darnos tiempo para adaptarnos. Así que: paciencia y adelante!

6. Agradezco al diácono Nicolás Rizzo que, junto a José Falón –en Chepes-, ambos formados en otras diócesis hace tiempo, han ido abriendo camino viviendo la vocación diaconal entre nosotros. También quiero agradecer a Mons. Marcelo Colombo y a todos los sacerdotes que fueron alentando esta iniciativa y ayudando como profesores, directores espirituales y acompañantes pastorales.

Agradecer al P. Jorge Hilal que, junto con el diácono Nicolás, han coordinado la tarea.

Horacio, Raúl, Julio, Emilio, el diaconado de ustedes, viene a germinar en tierra de mártires, que vivieron su entrega en el servicio hasta dar la vida. Que ellos los ayuden a llevar adelante la nueva misión que, como todo camino cristiano irá marcada con el peso de la cruz redentora de Cristo, y que ellos sean para ustedes ejemplo en la entrega de sus propias vidas.

Que la bienaventurada virgen María, interceda por sus intenciones y sea para ustedes, consuelo y fortaleza en el camino. Así sea.

Mons. Dante Braida, obispo de La Rioja