Sábado 23 de noviembre de 2024

Mons. Mestre llamó a pedirle al Señor que nos enseñe a orar

  • 31 de julio, 2019
  • Mar del Plata (Buenos Aires)
El obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, reflexionó sobre el Evangelio del 17º domingo durante el año a partir de "tres puntitos". En esta oportunidad, las claves de su reflexión fueron "Enséñanos"; "Tiempo"; y "Escucha".
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En una nueva entrega de sus reflexiones semanales sobre el Evangelio, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, se refirió al pasaje en el que los discípulos piden a Jesús: "Señor, enséñanos a orar". En ese sentido, eligió "tres puntitos" en los que centró su meditación: "Enséñanos"; "Tiempo"; y "Escucha".

"El texto evangélico de este domingo tiene tres partes. La primera es la oración al Padre que Jesús enseña con su respectiva introducción. Este texto lo transmiten Mateo y Lucas. Mateo lo hace de forma más larga y ha sido el que ha influido con más claridad en la formulación de la oración del Padrenuestro. La segunda parte es la parábola del amigo insistente que sólo Lucas la transmite. La tercera parte es la invitación al pidan, busquen y llamen, que también comparten Mateo y Lucas".

Al respecto, consideró: "Es obvio que el tema dominante es el de la oración", y propuso, a la luz de la Palabra, tres puntos para reflexionar sintetizados en tres palabras: "Enséñanos"; "Tiempo"; y "Escucha"
En el primer punto, el obispo señaló: "Los discípulos ven orar a Jesús y uno de ellos le pide que les enseñe. Les impacta positivamente que el Maestro busque el encuentro constante con el Padre eterno. Qué hermosa petición a la que todos nos debemos sumar: Señor, enséñanos a orar. Incluso aquellos que ya llevamos muchos años en el camino de la fe siempre debemos pedir al Señor que nos enseñe a orar", animó.

En segundo lugar, destacó la "insistencia, perseverancia, fidelidad al tiempo de oración", y explicó que "en una casa humilde de la Palestina de Jesús era muy complicado abrir a la noche. La mayoría eran de un solo ambiente sin ventanas donde de noche se acostaba toda la familia en el centro y quedaba prácticamente trabada la puerta que, además podía ser de piedra para mayor seguridad. Ahí se entiende la dificultad del dueño de casa y la importancia de la insistencia de su amigo que termina ganando y consiguiendo su objetivo".

"La palabra insistencia nos habla hoy a nosotros de la perseverancia en la oración. Algo que cuesta mucho. Cuando hay experiencia sensible, o luego de un retiro que nos hizo mucho bien la perseverancia anda bien por un tiempo. Pero luego, muchas veces decaemos? Hay que ser perseverantes en la oración, esto se expresa en la práctica en la fidelidad al tiempo de oración", indicó. "Tenemos que lograr, más allá de nuestras múltiples ocupaciones, cualquiera sea nuestra vocación específica, un ritmo y una positiva rutina de oración. Y ahí ser fieles al tiempo", aseguró. "Tengamos más o menos ganas. Sintamos más o menos. La oración se juega, no en primer lugar en las reales o supuestas experiencias místicas que el Señor puede dar o no cuando quiere y a quien quiere, sino en la fidelidad al tiempo de oración. Firme en el sagrario, en la misa, en la lectio divina, en el rosario, en la meditación?", enumeró.

Finalmente, en cuanto a la "Escucha", planteó: "¿Dios siempre escucha nuestra oración??". En ese sentido, detalló: "El texto es categórico: pidan, busquen y llamen. Y se da garantía de que siempre habrá respuesta. Pero? ¿es realmente así? Seguro que más de una vez hemos pedido algo puntual al Señor y tal vez no se nos ha concedido. Si era algo malo era lógico que el Señor no lo conceda. Pero seguro que hemos pedido cosas buenas: sanación de un enfermo, trabajo para alguien que no lo tiene, unidad en una familia dividida, paz en la Patria y en el mundo? Dios siempre nos escucha, el Señor siempre escucha nuestra oración y siempre nos responde", sostuvo.

"Claro, no siempre con lo particular y concreto que hemos pedido", advirtió. "Siempre nos responde con el don y la presencia del Espíritu Santo que nos da las luces y fuerzas necesarias para vivir cada momento de nuestra vida. El regalo del Espíritu, como veíamos en el primer punto, nos hace orar como es debido en los momentos de gozo, de claridad de la fe, de esperanza confirmada. Y también nos hace orar como es debido en el momento de dolor, noche oscura, incertidumbre y dificultad. Nos da consuelo y discernimiento para vivir cada momento de nuestra existencia desde el encuentro con Dios", concluyó.+