Viernes 22 de noviembre de 2024

Mons. Castagna: "La familia no es producto de un proceso cultural"

  • 28 de diciembre, 2018
  • Corrientes (AICA)
"La familia no es producto - en su esencia - de un proceso cultural. Su origen responde al proyecto divino y, por lo mismo, no tolera la manipulación que ciertos sectores irresponsables promocionan y pretenden imponer a la sociedad. Es inmodificable que el matrimonio esté constituido por la unión entre un varón y una mujer. La familia procede naturalmente de esa unión", aseveró el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna.
Doná a AICA.org
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, dedicó su sugerencia para la homilía al rol de la Sagrada Familia y lamentó que haya "un deterioro imposible de disimular en la institución de la familia tradicional".

"Como el mismo hombre, en su identidad de varón o mujer, la familia no es producto - en su esencia - de un proceso cultural. Su origen responde al proyecto divino y, por lo mismo, no tolera la manipulación que ciertos sectores irresponsables promocionan y pretenden imponer a la sociedad", aseveró.

El prelado sostuvo que "es inmodificable que el matrimonio esté constituido por la unión entre un varón y una mujer", al subrayar que "la familia procede naturalmente de esa unión".

"La destrucción del matrimonio y de la familia concluye en la trágica desaparición de la misma humanidad. Grave desenlace, no tenido en cuenta a causa del espantoso relativismo imperante, y de la inexplicable intentona por colocar en el mismo nivel al matrimonio con otras formas de relaciones y de su homologación legal", advirtió.

"La realidad natural, distorsionada por acción caprichosa de algunos gestores del pensamiento progre, se resiste a ese manoseo y, finalmente, toma represalias contra sus atacantes", aseguró, y agregó: "Existe un axioma estremecedor: ?Dios perdona a todo pecador arrepentido, no así la naturaleza dañada por el pecado?. Algunos síntomas, del mal provocado por un engañoso uso de la libertad, aparecen como oportunas advertencias".



Texto de la sugerencia
1.- La fe de María y José. Jesús pone a prueba la fe de María y José. La escena del extravío del Joven, tierno adolescente de doce años, ofrece un espacio excepcional para la reflexión. La santidad no exime, a los esposos María y José, de la angustia producida por el comportamiento incomprensible del Hijo. Lo buscan durante tres días: "Al tercer día, lo hallan en el Templo en medio de los doctores de la Ley?" (Lucas 2, 46). Lo más destacable de esta escena, ciertamente dramática, es el recurso a la fe que adoptaron los santos esposos: "¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre? Ellos no entendieron lo que les decía". (Lucas 2, 49-50) A muchos se les oculta lo que en realidad sostuvo a María y a José. Me refiero a la fe en la persona del Hijo, en quien aún debían hallar el pleno desarrollo y revelación de la divinidad. La expresión del desconcierto de ambos, indica de manera implícita, el recurso a la fe, como virtud sobrenatural infundida por el Espíritu Santo. El no entender señala el impulso interior que aquellos creyentes ejemplares debieron hacer propio en su sagrado hogar de Nazaret: "Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos". (Ibídem v. 51)

2.- El rol de María y José. La Familia de Nazaret desarrolla normalmente su vida, y oculta - sin esconder - el Misterio divino que salva a la humanidad. María y José saben quién es Jesús, como también conocen el rol que les corresponde, como Madre y como custodio del Hijo de Dios encarnado. ¿Cuál es la relación familiar que los vincula? Es preciso, como en toda revelación de Dios, un espacio a recorrer en la fe. Ellos lo hacen con paso trémulo y firme, con la seguridad construida en el amor y en la confianza. Para ello atraviesan el escabroso sendero de una vida no exenta de grandes tribulaciones, algunas especialmente violentas. Recordemos los apuros padecidos por José, al proteger "al Niño y a su Madre" de la furia criminal de Herodes, en su peligroso exilio a Egipto. María sobrevive a su santo esposo y acompaña a su Hijo hasta la cruz. Simeón había profetizado "la espada de dolor" que atravesaría su corazón. La fe, convertida en fidelidad, asiste a ambos en los años transcurridos en el Hogar de Nazaret. La propensión, muy común, a desmoronarse ante el mínimo quebranto, causa una presión inocultable, también contra la estructura familiar sólidamente fundada en la virtud y en la santidad. Aunque es posible recibir la gracia fuera de los medios sacramentales habituales, la Palabra predicada por la Iglesia y el testimonio de los santos son decisivos para quienes creen.

3.- Matrimonio y familia. Hallamos un deterioro imposible de disimular en la institución de la familia tradicional. Como el mismo hombre, en su identidad de varón o mujer, la familia no es producto - en su esencia - de un proceso cultural. Su origen responde al proyecto divino y, por lo mismo, no tolera la manipulación que ciertos sectores irresponsables promocionan y pretenden imponer a la sociedad. Es inmodificable que el matrimonio esté constituido por la unión entre un varón y una mujer. La familia procede naturalmente de esa unión. La destrucción del matrimonio y de la familia concluye en la trágica desaparición de la misma humanidad. Grave desenlace, no tenido en cuenta a causa del espantoso relativismo imperante, y de la inexplicable intentona por colocar en el mismo nivel al matrimonio con otras formas de relaciones y de su homologación legal. La realidad natural, distorsionada por acción caprichosa de algunos gestores del pensamiento progre, se resiste a ese manoseo y, finalmente, toma represalias contra sus atacantes. Existe un axioma estremecedor: "Dios perdona a todo pecador arrepentido, no así la naturaleza dañada por el pecado". Algunos síntomas, del mal provocado por un engañoso uso de la libertad, aparecen como oportunas advertencias.

4.- El modelo de Nazaret. El modelo asombroso de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, se constituye en auxilio de toda familia humana. De esa manera revela su verdadera perfección y encarna la gracia que hace posible su realización. Cuando la desorientación es mucha, Dios multiplica los recursos e intensifica su acción redentora. Lo hace a través del testimonio de hombres y mujeres santos que están dispuestos a reconstruir la familia a la luz de Nazaret. Los sacerdotes tenemos el privilegio de acompañar a algunos jóvenes empeñados en vivir su noviazgo en santidad, preparando la celebración de su matrimonio en fidelidad a Dios y entre ellos.+